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José Enrique Rosendo

La lógica de la olla y los 400 euretes

Ya saben: si quieren 400 euretes, tienen que votar al señor Zapatero. De las medidas de choque para nuestra economía, como dijo Solbes el día anterior, ya se ocuparán cuando pasen las elecciones.

La lógica dice que si colocamos agua en una olla y la ponemos a fuego lento, el agua se irá calentando progresivamente. Sin embargo, la lógica tiene sus límites y se puede afirmar con total seguridad que no siempre ocurre así, es decir, que una olla con agua sobre fuego lento durante un plazo de tiempo no siempre nos produce agua caliente. Y es que podemos encontrarnos con que el agua sencillamente ha desaparecido, porque se transformó en vapor.

Así, por ejemplo, en mi anterior colaboración en Libertad Digital defendía la devolución del superávit público a los contribuyentes porque, en líneas generales, el dinero donde mejor se encuentra es sin duda en el bolsillo de sus legítimos propietarios. Y el domingo, Rodríguez Zapatero se descolgaba con una de sus muchas promesas electoralistas de cheque en mano: devolver 400 euros a cada contribuyente nada más repita (si es que repite) como presidente.

Ahora bien: ¿es esta la mejor manera de hacerlo? ¿O simplemente estamos ante un guiño electoralista, a la desesperada, sin que podamos incardinarlo en una clara ofensiva para hacer frente a una crisis económica que el PSOE se niega a reconocer aún?

Apliquemos la lógica del agua. Es verdad que reducir impuestos puede impulsar efectos beneficiosos para nuestra economía, siempre combinados con otras políticas y reformas necesarias. Sin embargo, no toda devolución de dinero al contribuyente genera beneficios. Hay veces que no es más que agua evaporada. Y este es el caso.

La promesa de Zapatero no va a impulsar el consumo y no va a tener grandes efectos sobre la economía nacional, porque se trata de una modesta cantidad que además es puntual y no estructural. Aplicar ese monto a reducir el Impuesto de Sociedades habría sido, desde luego, mucho más eficiente y productivo, por cuanto estaríamos afectando tanto a la competitividad de nuestras empresas (uno de los grandes problemas de la economía española) como a la generación de empleo (otro de los caballos de batalla de los próximos meses). Pero me temo que eso no vende en tiempo de elecciones.

Por otra parte el presidente dice que esta medida se debe a que su Gobierno ha sabido ahorrar, y que con ella contribuirá a ejemplificar que el ahorro es bueno tanto para la economía doméstica como para las grandes magnitudes públicas.

Sin embargo, tampoco aquí las cosas son como parecen. Zapatero, que en esta legislatura ha aumentado la presión fiscal en el 2%, cuenta con un superávit de las cuentas públicas de un 2,3%, ambas magnitudes referenciadas al PIB. Parece lógico colegir que si Zapatero ha recaudado más (con una legislatura en fuerte crecimiento económico), y además ha subido la presión impositiva, lo que en realidad ha sucedido es que tenemos más gasto público, lo que a su vez significa que, frente a lo que declara y también frente a la apariencia, no ha sabido ahorrar. En todo caso podremos reconocerle que no ha dispuesto de todo el dinero que ha recaudado, pero ahorrar es otra cosa.

Finalmente, Zapatero dice que este cheque fiscal es progresista, porque premia a todos por igual con independencia de cómo hayan contribuido a las cuentas públicas. Con esta teoría maniquea volvemos al debate ideológico de fondo: ¿genera progreso castigar a quienes son más dinámicos y emprendedores para premiar a los más pasivos? Si aplicásemos la ley de Pavlov, nos daríamos cuenta de que enseñar a la sociedad a que puede tener recompensa por hacer menos y que puede ser castigada por hacer más es, a la larga, una política regresiva y no progresista, que nos llevaría inexorablemente a que el agua se esfumara de la olla.

Lo que en realidad ha hecho Zapatero con este anuncio es mandarle un guiño a su electorado mileurista, que lleva meses escuchándole con desazón el argumento de que no hay crisis, pero que se enfrenta luego a la triste realidad de que su hipoteca y su cesta de la compra han subido demasiado en muy poco tiempo. Un electorado que es clave, porque si se abstiene terminaría derrotando al PSOE.

Ya saben: si quieren 400 euretes, tienen que votar al señor Zapatero. De las medidas de choque para nuestra economía, como dijo Solbes el día anterior, ya se ocuparán cuando pasen las elecciones. Puede que para entonces la olla esté con la mitad de agua, pero como decía Carmen Tomás el pasado sábado en La Gaceta, no parece importarles demasiado.

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