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José Enrique Rosendo

Solbes y nuestro bolsillo

Lo que me sorprende y fastidia es que Solbes y los ministros socialistas no sean conscientes de que la recaudación fiscal procede de esquilmar los bolsillos de los contribuyentes, que son sus legítimos propietarios.

Reconozco que me ha puesto los pelos de punta desayunarme la entrevista de Pedro Solbes que este domingo publica El Mundo. El vicepresidente económico, preguntado por la diferencia en el gasto de los distintos ministros de Zapatero frente a los que tuvo Felipe González, dice sin ruborizarse lo más mínimo que "la paradoja es que ahora hay más demanda porque hay más dinero. En la anterior situación, como estábamos con dificultades y en crisis, las propuestas de los ministerios se analizaban con más detalle. Ahora, como ha habido margen de maniobra para elevar el gasto, todos quieren hacer más cosas. Los ministros están para gastar dinero. No les preocupa que las cuentas cuadren". No se queja, sino que admite que eso es así, natural y hasta lógico y plausible.

En la misma entrevista pone un ejemplo bien claro. Rodríguez Zapatero ha incentivado mediante cuantiosísimas subvenciones las energías renovables en España, y en cambio ha prescindido de la energía nuclear, bastante más económica. Solbes confiesa que "tenemos que ser conscientes de que las energías renovables pueden ser más caras que el petróleo a precio más barato", pero se niega a contemplar la energía nuclear (lo dice "el programa", confiesa ufano) a pesar de que en términos de seguridad "el problema está resuelto", y que por tanto la mejor solución es que, como "tenemos un consumo energético muy alto, cuando somos tan dependientes del exterior, deberíamos reducirlo". O sea, apaguen la luz, señores. Es la misma respuesta de siempre: si suben los precios, coman conejo; y si no llegan a fin de mes, es por culpa de la propina que dejan a los camareros.

Un poco antes, Solbes reconocía en el periódico de Pedro J. que no era partidario de rebajar los impuestos, con el discutible argumento de que "ya es relativamente baja nuestra presión fiscal comparada con la media europea". El vicepresidente, vestido de demagogo, sostiene además que si el PP quiere bajar las tasas impositivas tendrá que decidir qué gasto social quiere cargarse; pero entra en contradicción cuando más adelante señala que "en función de los ingresos veremos el margen para hacer cosas de tipo social" de nueva creación: es decir, que reconoce implícitamente que hay margen suficiente bien para aumentar el gasto, bien para reducir los ingresos.

Lo que me sorprende y fastidia es que Solbes y los ministros socialistas no sean conscientes de que la recaudación fiscal procede de esquilmar los bolsillos de los contribuyentes, que son sus legítimos propietarios. Aquí no pensamos que cada euro que se gasta es un euro que le hemos quitado a alguien que se ha esforzado duro por ganarlo, y desde luego no sólo ni en mayor medida a los más ricos, que tienen muchas más facilidades para eludir sus obligaciones. Con el argumento de que pagar al fisco es un deber cívico y un gesto solidario, nos olvidamos que el límite de la legitimidad de los impuestos es precisamente cuando empieza el despilfarro.

Los ministros, sobre todo el de Economía y Hacienda, no están para gastar dinero. Están para hacer políticas eficientes. Y se ha demostrado que cuanto más dinero maneja una Administración, tanto menos eficiente es el gasto: aumenta el número de funcionarios, se incrementa la burocracia y se dificulta el control de las inversiones... El propio Solbes reconoce, en prueba de lo que les digo, que cuando disponía de menos recursos, en los años de González, "las propuestas de los ministerios se analizaban con más detalle".

Solbes ya ha despejado cuál es su receta económica: recaudar mucho, gastar lo que se recauda y, al menos, no generar déficit. Ha demostrado que no tiene una conciencia perfilada de que el dinero pertenezca a los contribuyentes y de que el Gobierno tenga la obligación de cuidar de ese dinero con la responsabilidad de un buen comerciante. Por eso cree que los ministros están para gastar, y no para invertir, el dinero.

En efecto, no se parece a Pizarro. En la entrevista, Solbes dice que Pizarro se ha dedicado a defender los intereses particulares de sus accionistas desde el ámbito privado. Olvida nuestro vicepresidente que Pizarro ha defendido los intereses de cerca de un millón de accionistas de Endesa; es decir, que desde el sector privado también se puede prestar un servicio a la sociedad. A veces, incluso, más directamente que desde las administraciones públicas. Olvida también que Pizarro ha administrado bien la empresa que presidía, y que como consecuencia de su buena gestión aumentó sus beneficios y por tanto inyectó más dinero al Estado por vía fiscal.

Claro, Solbes lleva cuarenta años de funcionario "sirviendo a la sociedad en su conjunto" y es, como buen estatalista, de los que piensa que sólo desde la función pública, desde esa auténtica casta de privilegiados que son los funcionarios a la que él pertenece, se ayuda a los españoles. Ahora resulta que meter la mano en el bolsillo de los contribuyentes se llama "servir a la sociedad". Reconozcamos al menos que la izquierda es muy buena en eso de la propaganda. Al final incluso le tendremos que dar las gracias.

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