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José García Domínguez

Cataluña y la Derecha

Cuanto más saldo en el banco, más separatistas. Eso sí, ninguno es de derechas. Eso nunca, por favor.

Cuanto más saldo en el banco, más separatistas. Eso sí, ninguno es de derechas. Eso nunca, por favor.
El candidato de ERC a presidir la Generalitat, Pere Aragonès, saluda a la diputada de JxCat, Laura Borràs. | EFE

Cataluña es el único lugar del Universo, al menos del conocido, donde los ricos no son de derechas. Nadie se extrañe, pues, de que el partido triunfador en 20 de los 30 municipios con una mayor renta per cápita de la demarcación, por más señas la misma marca que también ganó las últimas elecciones domésticas en 7 de los 10 barrios más acaudalados de Barcelona, o sea Junts per Catalunya, no se considere a sí mismo un partido en absoluto de derechas. En lógica consecuencia, tampoco se extrañe nadie de que Laura Borràs, la candidata a la Generalitat de la fuerza política que sacó un 42% de los votos válidos en el paraje con la renta media más alta de España, el muy exclusivo municipio barcelonés de Matadepera, presuma de estar a la izquierda de los socialistas. “Yo estoy a la izquierda del señor Illa”, proclamó ufana en la prensa local durante  la campaña. Eso de ser de derechas, por lo visto, supone ahora una ordinariez propia solo de españoles y de charnegos, valga la redundancia, algo impensable entre los catalanes como Dios manda. 

El entusiasmo por la independencia de los habitantes de Cataluña está sospechosamente correlacionado en positivo con el nivel de renta. Ocurre que cuanto más dinero tienen en el bolsillo y más patrimonio material acumulan, más devotos se muestran de la bandera estrellada. Cuanto más saldo en el banco, más separatistas. Eso sí, ninguno es de derechas. Eso nunca, por favor. Qué tiempos aquellos en los que desde la familia de Ubú se hablaba - y se escribía- sin complejos de los charnegos muertos de hambre que habían llegado a Cataluña como colonos invasores prestos a arrasar la cultura local. Ahora que todos se han vuelto tan de izquierdas, esas cosas ya no se pueden decir. Naturalmente, los antiguos convergentes siguen siendo de derechas en la intimidad, pero tienen que parecer de izquierdas en público para competir por el electorado independentista de la Esquerra. Y la Esquerra, por su parte, también sigue siendo xenófoba e indigenista en la intimidad, pero tienen que aparentar en público que se han civilizado porque es imposible ir a la independencia sin convencer del cuento, por lo menos, a la mitad de los castellanos. Y de ahí la comedia. Así que todo el año es Carnaval.

 

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