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José García Domínguez

El 'Barça' es el Titanic

Barcelona ha acabado siendo un Sabadell con puerto de mar y cinco 'collas castelleras' en cada distrito municipal.

Barcelona ha acabado siendo un Sabadell con puerto de mar y cinco 'collas castelleras' en cada distrito municipal.
Joan Laporta, el presidente del FC Barcelona. | Cordon Press

Definitiva metáfora de la decadencia de una ciudad que ya solo aspira a ejercer de capital de un paísito imaginario, llorón y comarcal, también el Barça -aquel glorioso ejército simbólico y desarmado de Cataluña a decir de Vázquez Montalbán, el periodista que más dinero supo ganar en la España todavía tan ingenua de la Transición- está en quiebra. La mítica burguesía catalana, clase social extinta que solo pervive ya en las páginas amarillentas de las viejas novelas de Ignacio Agustí, pasó a mejor vida en tanto que élite dirigente por el muy prosaico procedimiento de vender la fábrica del abuelo (la misma fábrica del abuelo que les había salvado Franco tras las colectivizaciones de los anarquistas en el 36) a inversores americanos de alguna multinacional.

Y después, con los cuartos resultantes de la operación, a los unos les dio por montar hoteles para turistas, siempre baratos, en la costa; y a los otros por comprar pisos para alquilar en Barcelona, preferentemente también a turistas. He ahí las dos categorías dominantes de startups que en el siglo XXI centran la atención emprendedora de los descendientes de aquellos industriales hechos a sí mismos que crearon de la nada lo que una vez se llamó la fábrica de España. Madrid y Barcelona, dos ciudades que llevan un par de siglos mirándose de reojo la una a la otra, han intercambiado sus papeles tradicionales en los últimos tiempos.

Madrid, todavía a finales de los setenta la capital tan prescindible de la burocracia estatal, la caspa castiza y el facherío, constituye hoy el gran polo de atracción de talento y creatividad de la península; por su parte, Barcelona, tan orgullosa por entonces de sí misma y de su cosmopolita europeidad, ha acabado siendo lo que siempre soñaron para ella los catalanistas: un Sabadell con puerto de mar y cinco collas castelleras en cada distrito municipal. Por lo demás, la historia de la decadencia de aquella burguesía difunta es la historia del palco del Barça desde el final de la guerra civil. La que va de un patricio de las finanzas y presidente de La Caixa, De Carreras, a Laporta, un saltataulells, término intraducible equiparable a una suerte de híbrido entre pícaro, arribista, adulador y cantamañanas. Sí, también el Barça era el Titanic.

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