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José García Domínguez

El tesorero de Rajoy

Y es que si la hortericie contumaz viniera tipificada en el Código Penal, tanto Bárcenas como su cuate Lapuerta ya estarían cumpliendo condena entre rejas.

"No es tanto patrimonio, yo tengo bastante más que él", acaba de rumiar cierto Álvaro Lapuerta, contable de oficio aunque alcornoque por vocación, al ser preguntado por esos tres millones y pico de euros que ha logrado ahorrar su sucesor, Luis Bárcenas, merced a la óptima administración de un sueldín mensual que le abona el PP . "Yo tengo bastante más"... ¿Acaso cabe testimonio más obsceno a propósito de esa burbuja autista donde habita la nomenklatura partitocrática y su corte de los milagros?

Y es que si la hortericie contumaz viniera tipificada en el Código Penal, tanto Bárcenas como su cuate Lapuerta ya estarían cumpliendo condena entre rejas. Pisazos en Marbella, apartamentos en Baqueira, los Mercedes más grandes que haiga, trescientos mil euros de nada en óleos y acuarelas, fajos de billetes de quinientos para arriba y para abajo, chulería de gallo ibérico, lenguas de trapo... Sólo falta que irrumpa en escena alguna parienta con el chándal y los tacones para tener el remake perfecto de aquella estética del trinque que hizo furor en tiempos de la cleptocracia felipista.

Un paralelismo, el que proyecta la prescrita memoria del senador Sala sobre el presente sub yúdice del senador Bárcenas, que va más allá de la estridencia plástica de ambos casos. Así, tanto en el affaire del delincuente Sala como en el del presunto delincuente Bárcenas, las Cortes han visto como se manchaba su nombre en beneficio del interés privado de dos de sus inquilinos circunstanciales. Sala, el jefe de Filesa, se aferró a la inmunidad senatorial como gato panza arriba; un uso torticero del acta idéntico al que pretende realizar el tesorero de Rajoy.

Porque la inmunidad, privilegio surgido en el siglo XVIII a fin de defender a los electos frente de la saña liberticida de monarcas y aspirantes a tiranos, no se inventó para salvar a Bárcenas de ser investigado por presuntos mangoneos con muy público dinero y muy privado beneficio. Así, la indecencia del senador al anunciar que entorpecerá la acción de la Justicia escondiéndose tras el escaño, contamina al Partido Popular. Sobre todo, a Rajoy, que liga su personal honorabilidad a la del subordinado mientras no lo cese y le exija renunciar al escaño.

En fin, el gallego sabrá por qué lo ampara.           

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