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José García Domínguez

Errejón y la CEDA de izquierdas

¿Serían capaces Errejón y Carmena de reproducir el éxito en la Comunidad de Madrid a lo largo de la península?

¿Serían capaces Errejón y Carmena de reproducir el éxito en la Comunidad de Madrid a lo largo de la península?
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La CEDA de izquierdas, que eso es en puridad Podemos, no está en condiciones, diga lo que diga Pablo Iglesias, el jefe de su sección regional en la Meseta, de garantizar ante el PSOE que la totalidad de los muy autónomos, confederados y silvestres diputados de su bancada en las Cortes apoyarían al Gobierno tras la segura e inminente condena a largos años de cárcel de Junqueras y el resto de los sediciosos catalanistas. Entre otras razones, porque tal quimera jacobina con toda seguridad no va a ocurrir. Y suponer lo contrario es no conocer a esa suprema sacerdotisa del transformismo político que responde por Ada Colau, una vez disuelta Iniciativa per Catalunya, la ya dueña absoluta de la dirección política de los comunes en Barcelona. He ahí la condición necesaria y suficiente para que, al margen de las escenificaciones propagandísticas cara a la opinión pública en los medios de comunicación, un acuerdo formal de coalición entre Podemos y alguno de aquellos tres partidos que aplicaron el 155 en su día, por más señas el PSOE, resulte imposible a estas horas.

Así las cosas, lo razonable es suponer que iremos a otra repetición de las elecciones en noviembre. Una repetición en la que las dos derechitas cobardes del Bloque de Colón, el PP y Ciudadanos, explorarán reproducir la fórmula de Navarra Suma en algunas circunscripciones de la España interior y despoblada, esas donde la Ley D’Hondt se ha revelado como el mejor aliado estratégico de la izquierda. Unos apaños provinciales aquí y allá con los que algo se podrá hacer para corregir el castigo de la norma electoral a la fragmentación en tres del antiguo espacio del PP, si bien no gran cosa. De ahí que convenga ir presumiendo ya que nada sustancial en términos agregados cambiaría en la representación de las derechas tras una nueva convocatoria. La derecha, no nos engañemos, son habas contadas. La única posibilidad de eventuales sorpresas habría que buscarla en la izquierda y, más en concreto, en ese territorio político aún ignoto que han comenzado a explorar Errejón y Carmena.

Cuando lo peor de la crisis, la izquierda alternativa tuvo un instante populista que le acarreó algo más de cinco millones de votos. Millones de votos que jamás de los jamases hubiera logrado atraer una formación que se reclamara de la vieja tradición comunista española. Algo que Errejón comprendió e Iglesias no. De ahí en última instancia su divorcio. Reubicar a Podemos de modo claro e inequívoco en la izquierda de la izquierda, sin ambages retóricos ni disimulos cosméticos, el gran error de Iglesias, ha tenido como consecuencia inmediata que cerca de un millón y medio de aquellos votos seducidos por su transversal, regeneracionista y ambigua flauta de Hamelín, tan distinta a esa otra que ahora maneja, migrasen hacia el PSOE. Pero todavía le quedan cuatro millones, que no es moco de pavo. ¿Serían capaces Errejón y Carmena de reproducir el éxito en la Comunidad de Madrid a lo largo de la península, atrayendo hacia sí al grueso de ese electorado?

Difícil aventurarse con un pronóstico. Muy difícil. Junto con Barcelona, Madrid es el territorio más rico, cosmopolita, moderno e integrado en las nuevas redes de la economía global que existe en España. Madrid y Barcelona, sociológicamente, son dos islas en extremo diferenciadas del resto del país. Y sus electores también son distintos al resto. En Madrid existe, y es estadísticamente significativa, una clientela política parecida a la de los Verdes en Alemania, ese partido que ya está a punto de desplazar al SPD. Un segmento de votantes de nivel adquisitivo medio y alto para los que la cuestión económica, la clásica de los partidos de izquierda, ya no prima sobre otras novísimas confrontaciones de género, de orientación sexual, vinculadas al medio ambiente o relacionadas con otras demandas inmateriales. Son eso que alguien con cierta ironía bautizó como los burgueses bohemios. En gran medida, el público de Errejón en Madrid es ese. ¿Pero existe eso mismo en el resto de España? Personalmente, lo dudo. No obstante, se admiten apuestas.

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