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José García Domínguez

La ley de Murphy

Llevan siete años caminando por el siglo XXI, y aún no se han dado cuenta de que en todas partes la batalla por la hegemonía política, ideológica y cultural se libra en las mentes de los votantes, no en sus estómagos.

He de confesar que mi primera reacción al saber que el gran objetivo estrella del programa electoral del PP consistirá en bajarle los impuestos a don José Manuel Entrecanales fue ponerme a dar saltos de alegría. Sin embargo, el ataque de euforia inicial apenas me duraría unos segundos, justo los que tardó en venirme a la memoria la doctrina que predica ZP sobre el mismo asunto. O sea, que eso de bajarle los impuestos a don José Manuel es tan bueno, tan bueno, que hasta es de izquierdas.

Ya mucho más sereno después de reparar en el caso, quien me volvería de golpe a la mente sería el célebre primer corolario de Cole a la no menos célebre Ley de Murphy: "La cantidad total de inteligencia que hay sobre la Tierra siempre permanece fija, con independencia de que la población no cese de incrementarse constantemente".

En fin, ahora, ya está claro: no hay nada que hacer. La miopía crónica de la derecha española, simplemente, no tiene remedio. Tanto cum laude, tanto currículum impresionante, tanto inglés en Irlanda durante los veranos, tanto empollar temarios de oposiciones de miedo, tanta corbatita rosa. Y nada, siguen sin aprender el abecé de lo que ya sabía Pepiño Blanco diez años antes de salir de Palas de Rei.

Resulta que a los de Génova se les ha ocurrido un nuevo "marco de prioridades" hace un rato. Y que el indiscutible primer lugar lo ocupará la política económica. ¡Impresionante! ¡Genial! Hay que quitarse el cráneo ante el gabinete de asesores áulicos de don Mariano.

Porque, a mediados de los ochenta, con un veintitrés por ciento de los españoles haciendo cola ante las oficinas del INEM, el Parido Socialista no dejaba de ganarles en todas las elecciones por diez a cero. Pero ellos aprendieron bien aquella lección. Vaya si la aprendieron. Sí, señor: sobre todo, lo que tienen que hacer para volver a La Moncloa es hablar mucho de economía. Es más, deberían hablar sólo de economía. Que sí, hombre, que ahí es donde les duele.

Lo dicho: no hay nada que hacer. Llevan siete años caminando por el siglo XXI, y aún no se han dado cuenta de que en todas partes la batalla por la hegemonía política, ideológica y cultural se libra en las mentes de los votantes, no en sus estómagos. Aunque para qué insistir, si no hay manera. Para qué volver a explicarles que en la sociedad del espectáculo lo que importa no es la realidad, sino el arte de mediatizar la percepción que tiene la gente sobre la realidad. Para qué empeñarse en seguir llevándole la contraria a Cole.

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