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José García Domínguez

Nada está perdido, llorones

Se pongan como se pongan y hagan el ruido que hagan, los separatistas no son más que la cuarta parte de la población catalana.

Se pongan como se pongan y hagan el ruido que hagan, los separatistas no son más que la cuarta parte de la población catalana.
Pixabay

Nada nuevo bajo el sol catalán; absolutamente nada. En Cataluña hay el mismo porcentaje de separatistas hoy, mientras escribo estas líneas, el 15 de febrero de 2021, que el día que murió el general Francisco Franco Bahamonde, por más señas el 20 de noviembre de 1975. Exactamente el mismo porcentaje. Ni más ni menos, el mismo. Aunque, si me apuran, acaso haya algunos menos hoy. Una evidencia estadística, por lo demás, susceptible de muy sencilla comprobación empírica. Pues para ello apenas basta con poseer conocimientos muy básicos de aritmética. Veamos, con datos de una serie histórica que acabo de piratear hace un rato al sociólogo Ignacio Molina, del Instituto Elcano: en 1984 los partidos nacionalistas obtuvieron en las autonómicas catalanas un 33% de los votos sobre el total del censo. Un porcentaje, ese 33%, que después solo fueron capaces de superar una única vez. 

Ocurrió en las dramáticas elecciones plebiscitarias de 2017, cuando tras una movilización general de los dos bloques que no conocería precedentes los separatistas alcanzaron un 38% de los votos censales. Muy lejos, como se ve, de la mayoría absoluta de las voluntades locales. Muy, muy lejos. En cuanto al domingo pasado, volvieron a bajar para situarse más o menos, más bien menos, en el entorno de su constante habitual, el entorno del 30%. En concreto, en estas elecciones ni tan siquiera han sido capaces de superar el 26%. Porque, se pongan como se pongan y hagan el ruido que hagan, no son más que la cuarta parte de la población catalana. La cuarta parte, punto. ¿Estoy pretendiendo convencer al lector de que casi medio siglo de presión mediática e inmersión lingüística obligatoria y trufada de adoctrinamiento ideológico no han servido para nada? Sí, exactamente eso es lo que le estoy intentando decir, pese a que sé de sobra que preferirá no hacerme caso. 

Todas esas plañideras profesionales, las abonadas a la cantinela nihilista de que no hay nada que hacer porque España se nos acaba sin remedio, deberían pararse un minuto, solo un minuto, a contar, aunque fuera con los dedos, lo que representa un 26% de Cataluña, tanto en términos absolutos como relativos. Nada está perdido, llorones.

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