No, ni Gabilondo es Illa ni tampoco Madrid resulta ser una Cataluña sin contenedores de basura incendiados. Obviedades, ambas dos, en las que no parecieron reparar los estrategas de la campaña del PSOE. Porque orientar el hilo conductor de los mensajes electorales a que en la CAM se reprodujese un movimiento similar al que llevó a que el grueso de los antiguos votantes de Ciudadanos se inclinara por el PSC, competir de modo preferente y casi exclusivo en el caladero de los huérfanos mesetarios del centro, implica no entender Madrid. Pero, sobre todo, supone no entender tampoco lo que fue –procede hablar ya siempre en pasado– Ciudadanos. Porque Ciudadanos nunca fue un partido, sino dos. Por un lado, la organización catalana; por el otro, la del resto del país. Unas únicas siglas, sí, pero bajo ellas dos universos sociológicos que tenían muy poco que ver entre sí. De ahí que en Cataluña todos los votantes de Ciudadanos hayan vuelto ahora al PSC, su partido de toda la vida hasta que a los hermanos Maragall les dio por embarcarse en el viaje a Ítaca con escala en ninguna parte que estaban organizando sus antiguos compañeros de clase en el colegio Virtèlia. Y entiéndase la voz clase en todos los sentidos de su rica polisemia.
Pero el electorado madrileño era otra cosa. Allí, a Ciudadanos le votaban los hijos algo rebeldes, pero solo un poquito, cuyos padres eran del PP de toda la vida. Dos mundos. La izquierda no nacionalista catalana, por un lado, y la derecha peninsular que se quería más moderna y sofisticada, por el otro. En el fondo, agua y aceite. Por eso a Illa le votaron todos y a Gabilondo no le va a votar nadie. Parece de cajón. Pero, siendo de cajón, diríase que a Iván Redondo no se le había ocurrido. Al menos, hasta ayer. Porque el anuncio por parte de Montero, una profesional de la política que sabe lo que dice y cuándo decirlo, de la inminente subida de dos tributos tan caros a la izquierda pata negra como Patrimonio y Sucesiones esconde un giro de 180 grados en la campaña madrileña. Es evidente, han renunciado –por imposible– al centro. Ahora, de aquí al 4-M, su pieza a batir será Más Madrid. Que se vaya preparando Errejón.