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José García Domínguez

Patadas a la Esquerra en el culo del PP

Sánchez tiene que salvarle la cara a Aragonès, de lo contrario quedaría a los pies de Puigdemont y la CUP. Algo, pues, habrá que darles.

Sánchez tiene que salvarle la cara a Aragonès, de lo contrario quedaría a los pies de Puigdemont y la CUP. Algo, pues, habrá que darles.
EFE

El Diablo, confiesa Baudelaire en Las flores del mal, desprecia a los idiotas. Y es que la maldad gusta siempre de verse escoltada por la inteligencia. De ahí que los grandes malvados de la Historia acostumbren a encarnarse en mentes de insultante capacidad. Razón por la que nuestro presidente, Sánchez, no resulta tan perverso como nos lo quieren pintar, pues ello exigiría presumir en él un talento natural del que, me temo, carece. Pero, no tratándose de ningún genio, tampoco es un simple. Y creo que lo va a demostrar en la mesa esa de los catalanes. Lo de la mesa de los catalanes va a abrir un boquete del tamaño de la catedral de Burgos en la línea de flotación propagandística del Gobierno. Una grieta inmensa, la que se están apresurando ya a ampliar los zapadores mediáticos del Partido Popular, que permanecerá abierta durante los dos años que restan de legislatura.

Lo que en esa muy tediosa tertulia monotemática bianual se va a jugar Sánchez habrá de ser nada más y nada menos que su continuidad en la Moncloa. Y lo sabe. Por lo demás, los límites del marco general de la tertulia se antojan simples. Por un lado, la Esquerra, y más allá de las previsibles salidas de tono de su macarrilla de barrio en las Cortes, no se puede permitir el lujo de tumbar a Sánchez por segunda vez. Y por una razón simple: porque detrás vendría Vox. Por otro lado, Sánchez tiene que salvarle la cara a Aragonès, de lo contrario quedaría a los pies de Puigdemont y la CUP. Algo, pues, habrá que darles.

Y descartados por quiméricos amnistía y referéndum, ¿qué se les puede dar? Bueno, lo que se les puede dar es una patada a la Esquerra en el culo del Partido Popular. ¿Cómo? Muy fácil. Bastaría con fijar un criterio técnico en la ya inminente reforma de la financiación autonómica que beneficie con descaro a Cataluña. Y ese criterio solo puede ser el de primar la población. Algo que, amén de beneficiar de rebote a Valencia, Madrid y Andalucía, provocaría una guerra intestina entre las autonomías del PP. Por un lado, las despobladas de la España vaciada; por el otro, las turísticas del Mediterráneo más Madrid. ¿Alguien cree que no van a ir por ahí los tiros?

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