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José García Domínguez

Podemos y el mito de Bolívar

El fracaso histórico de América Latina es el resultado directo del sometimiento de aquellos mal llamados libertadores a los intereses extranjeros.

El fracaso histórico de América Latina es el resultado directo del sometimiento de aquellos mal llamados libertadores a los intereses extranjeros.
La espada de Bolívar en la ceremonia de investidura de Gustavo Petro. | EFE

Marx consideraba basura a Bolívar, y así lo manifestó por escrito en múltiples ocasiones. Pero Iglesias, Monedero y Echenique saben más que Marx, huelga decir. Y es que hay desde siempre en España ciertos rasgos de idiocia transversal que comparten tanto la extrema izquierda como la extrema derecha. De ahí que, por ejemplo, a Arias Navarro, siendo el alcalde franquista de Madrid, se le ocurriera promover la construcción de un gran monumento ecuestre en honor del mismo Bolívar, estatua que todavía se puede contemplar hoy en el Parque del Oeste.

Por lo demás, que esa izquierda que se quiere alternativa a este lado del Atlántico rinda veneración política e intelectual a un lacayo del Imperio Británico y sus intereses neocoloniales en América del Sur, que no otra cosa distinta fueron en vida Bolívar y el resto de los llamados libertadores, es normal si se tiene en cuenta que su condición primera de enemigos viscerales de España los convierte ipso facto en buenos a sus ojos. Más definitivamente patológico resulta, en cambio, que también la izquierda latinoamericana, y al completo además, comparta con las viejas clases dominantes criollas del subcontinente idéntica devoción laica por un personaje de la calaña de Bolívar. Patológico, sí, en la medida en que el fracaso histórico de América Latina, un definitivo desastre plurinacional y colectivo que ya va camino de cumplir su tercer siglo, es el resultado directo del sometimiento de aquellos mal llamados libertadores a los intereses extranjeros.

Una subordinación que generó, ya desde el instante mismo de la independencia, el modelo de extraversión y pobreza crónica basado en la exportación de materias primas que todavía hoy perdura. Pero para la gente como Petro resulta mucho más cómodo, gratificante y autoexculpatorio achacar toda la responsabilidad dolosa de su propio e intransferible naufragio nacional a un tercero ausente desde hace ya siglos, y que además se ubica en otro continente, a miles de kilómetros. España, por más señas. Necesitaban un gran mito legendario para desresponsabilizarse de su triste realidad. Y eso es Bolívar. ¿Qué pensaría Marx de tipos como Iglesias, Monedero y Echenique si los hubiera llegado a conocer? Seguro que nada muy distinto a su juicio sobre el de la espada.

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