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José García Domínguez

Rajoy contra Merkel

La 'carta de los doce' es el primer acto de dignidad colectiva que se produce en el continente desde que estalló la crisis del euro. El primer acto de insubordinación frente a la policía del pensamiento económico

Esa carta, la que acaban de firmar doce jefes de Gobierno europeos con Monti, Rajoy y Cameron a la cabeza, clamando por políticas de crecimiento. Ojo con esa carta. Quizá estemos asistiendo a la rebelión de Espartaco y sus esclavos en la Península Itálica y no nos hemos dado cuenta. Ese papel redactado por Monti es el primer acto de dignidad colectiva que se produce en el continente desde que estalló la crisis del euro. El primer acto de insubordinación  frente a la policía del pensamiento económico que, acuartelada en Berlín, custodia el relato de la Gran Recesión. Y es que Alemania, que llegó tarde a la era de los grandes imperios en el XIX, se ha desquitado en el XXI tejiendo una genuina red de colonias intelectuales.

De ahí que, igual en Madrid que en Roma, Dublín o París el tío Tom hable hoy con acento alemán. La chusca falacia de Merkel, teatrillo de guiñol que enfrenta a los holgazanes y manirrotos pigs con los ahorradores y austeros calvinistas prusianos, ha sido interiorizada por los  propios burlados. Inopinada variante financiera del síndrome de Estocolmo – Antón Costas dixit –, las víctimas rinden admirado culto al verdugo. Y nada importa la intrínseca falsedad de su cuento chino de buenos y malos. Porque los déficits del Sur no son el origen sino la consecuencia del colapso (de hecho, países como España o Irlanda mantuvieron saldos positivos en sus cuentas hasta 2007).

Por lo demás, y considerados en conjunto, tampoco tales déficits justifican la patológica obsesión con los ajustes. Al cabo, Estados Unidos carga sin drama mayor con casi el doble de déficit que la UE. Una cantinela, ésa de la sacrosanta austeridad, que la CDU de Merkel no se aplicó a sí misma cuando la absorción de los dieciséis  millones de bocas –y de votos– que moraban en la RDA. Muy al contrario, entonces tiraron la casa por la ventana. Un billón costó el regalo de la paridad entre los marcos del Oeste y unos papelitos del Monopoly que usaban en el Este. Factura que después pagaríamos los demás merced al paraguas que supuso el euro para la industria exportadora alemana. Ojo a esa carta. El levantamiento contra La Austera podría haber empezado. Al fin.  

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