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José García Domínguez

Vamos a contar mentiras (3)

Existen los mentirosos, los grandes mentirosos y los mentirosos superlativos como Duran i Lleida.

Existen los mentirosos, los grandes mentirosos y los mentirosos superlativos como Duran i Lleida.

Es sabido que existen los mentirosos, los grandes mentirosos y los mentirosos superlativos. Pero los cinturones negros de la trola son aquellos virtuosos del embuste que sobrepasan ese último listón. Solo cuando alguien alcanza semejante grado de alergia a la verdad comienza a jugar en la división de Duran Lleida. A modo de simple muestrario, recuérdense las tres falsedades obscenamente manifiestas que el circunspecto Duran nos viene recitando de un tiempo a esta parte.

El primero y más querido cuento chino del vocero de CiU resulta ser esa patraña según la cual en Alemania existiría un límite legal a la solidaridad financiera entre los distintos Länder de la federación. Una infranqueable cota máxima que, de dar crédito a su bola, limitaría las transferencias interregionales al cuatro por ciento del PIB de cada territorio. Camelo que no se ha cansado de repetir en el Congreso, consciente acaso de la impunidad que ofrece la abulia para contrastar datos tan legendaria en la capital. Ocurre, sin embargo, que la tal cota germánica es un enredo del tamaño de la catedral de Burgos. Una moto. Así de simple.

Otro embuste por el que manifiesta especial predilección esta temporada es la falacia de una imaginaria "deuda" de Madrit con la Generalitat. Engañifa consistente en afirmar que el Estado había incurrido en el impago a Cataluña de nada menos que 1.459 millones de euros, suma que le correspondería recibir del llamado Fondo de Competitividad previsto en la Lofca. Mentira y gorda.

Esa cantidad, según ordena la ley, deberá abonarse en 2013, y nunca antes. Al contrario, es la Generalitat quien está en deuda con el Estado tras haber recibido adelantos a cuenta, dada su situación de quiebra técnica.

Y todavía más devoción si cabe ha manifestado por el tercer tocomocho del otoño, a saber, el bulo del incumplimiento reiterado por parte del Gobierno de la famosa disposición adicional tercera del Estatut. 759 millones de euros de inversión en infraestructuras locales, según sus airados cálculos. Otro ardid de trilero, huelga decir. Madrit no ha incumplido nada por la simple razón de que esa célebre norma es papel mojado desde que el Tribunal Constitucional estableciera su muy flagrante ilegalidad en la sentencia del Estatut. El octavo mandamiento, Duran, el octavo.

Continuará.

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