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José García Domínguez

Y la Narbona se muere... de risa

Ja ja, qué primitivos son, madre mía; aunque menos que los murcianos, que esos sí que son animales. Sepan sus señorías, ja ja, que los de Murcia riegan los captus con manguera, ja ja, por eso no les ha quedado ni una gota agua, ja ja.

Es célebre el modo lacónico con que Chesterton pusiera coto a la sandez de un plumilla que dio en interrogarlo sobre cómo son los franceses. "No puedo responderle porque no los conozco a todos", zanjó el autor de El hombre que fue Jueves. Claro que en sus tiempos nada se sabía aún de los hitos que la discípula más aventajada de Lombroso, una tal Cristina Narbona, habría de marcar en el campo de la antropología social. Porque, expuesta a trance similar, bien sabe Dios que a la Narbona no le hubiesen faltado recursos con que saciar la curiosidad de aquel gañán: "Que cómo son los gabachos, dice. Pues, mire, ellos, muy raritos, ya me entiende usté; y encima se las dan de que entienden de quesos para pasarse el día bebiendo vino. Y ellas, las franchutes, todas unas lagartas; todas, que se van de picos pardos con el primero que pasa".

De ahí que resulte una pena el que nos hayan hurtado la comparecencia de la ministra del Miedo Ambiente para explicar lo de Galicia. Porque si a El País le ha revelado la exclusiva de que "los gallegos" semejan unos catetos que "tienen miedo de su propia debilidad", al adornarlos el triple estigma de saberse "rústicos", "pobres" y "desinformados", ¿de cuántas nuevas delicias suevas no nos habría hecho partícipes doña Cristina desde la tribuna del Congreso? Como si la estuviera viendo. Un segundo después de otorgarle Marín el uso de la palabra, se aprestaría a quitarle el pan de la boca a la prole de Chiquito de la Calzada con una imitación desternillante del verbo abrupto del compañero Pepiño; y a la primera llamada al orden de la Presidencia, aprovecharía para contar ante el Pleno aquel tan bueno, el de los tres mil de Orense que iban por la Gran Vía llamando al sereno porque se habían perdido.

"Ja ja, qué primitivos son, madre mía; aunque menos que los murcianos, que esos sí que son animales. Sepan sus señorías, ja ja, que los de Murcia riegan los captus con manguera, ja ja, por eso no les ha quedado ni una gota agua, ja ja. ¿Y qué me dicen ustedes de los de Valencia? Buenooo, los valencianos. Si es lo que cuenta siempre mi Josep: Valencià i home de bè, no pot ser". Por lo demás, descontada la evidencia científica de que el agro galaico yace poblado por un hatajo de palurdos psicópatas, lo mejor llegaría con su justificación a la excepción portuguesa. Porque la otra trama incendiaria que organizó el PP, la del norte de Portugal, resulta que se extinguió sin muertos y con menos de la quinta parte de hectáreas arrasadas que en Galicia... Y mira que son gárrulos y zotes los portuguesiños, ja ja. Así que allí tendríamos a Cristina, explicando el del portugués: "Esto es uno que van un americano, un alemán y un portugués por la calle y..."

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