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José Ignacio del Castillo

Una curiosa "deflación"

Hace apenas un mes que Paul Krugman, el “insigne” profesor del MIT y colaborador habitual del New York Times y junto a él, el resto de economistas neokeynesianos, pedían “más demanda agregada” para salir de la “deflación” en la que según ellos, se encontraba sumida la Argentina. Como le gusta decir al profesor Krugman, el problema de las recesiones es simple. El sector privado incrementa súbitamente su demanda de liquidez –dinero- y como consecuencia de ello deja de gastar e invertir. La solución por tanto, es igualmente sencilla. El gobierno debe imprimir más dinero y gastarlo.

Sería bueno saber si para Krugman la Argentina sigue ahora en “deflación”. Si es así, tengo que confesar que ésta es una de las más extrañas que he visto nunca. En verdad es extraña una “insuficiente demanda agregada” que provoca subidas de precios cercanas al 50% mensual. Seguramente será la “deflación” la que ha movido al gobierno argentino a fijar precios máximos a los productos de primera necesidad. Ahora bien, si la "insuficiente demanda agregada" que le preocupaba a Krugman es la que hace que las tiendas estén desabastecidas y se haya declarado la emergencia de alimentos y de fármacos, sería bueno conocer cuál es la “demanda agregada” que a su juicio es suficiente para recuperar el pleno empleo en la Argentina, porque lo que está claro es que ni con subidas de precios tan altas, se está creando empleo allí.

La mayoría de los economistas, incluso los de una preparación más endeble, jubilaron las falacias keynesianas hace ya más de veinticinco años. Fue en los años 70, cuando las economías del mundo sufrieron lo que ningún keynesiano jamás habría podido explicar: el estancamiento con inflación o “estanflación”. Para aquellos que nunca se dejaron intoxicar por las viejas falacias del subconsumo, lo que ocurrió entonces fue sencillamente lo esperado. F. A. Hayek recibió en 1.974 el Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre las crisis económicas.

En ese mismo año Hayek publicaba un librito magnífico titulado “La desnacionalización del dinero”. En él recuperaba implícitamente y para quien supiera descubrirlas, las tan olvidadas como acertadas tesis del gran Carl Menger. El dinero es una cualidad –no una cantidad- y el gobierno no tiene ninguna capacidad para generarla, aunque desgraciadamente sí para destruirla. Eso es precisamente lo que ha venido consiguiendo el gobierno argentino en el último mes. Destruir al menos en parte, las cualidades monetarias de unos papeles llamados pesos. Si quieren hacerlo por completo, que escuchen a Krugman.

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