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Champions League

José Luis Oltra

La línea que separa la gloria del fracaso

El Real Madrid fue justo vencedor de una final que dejó un castigo excesivo para el gran trabajo del Atlético.

La final de la Liga de Campeones volvió a dar muestras de la grandeza del fútbol. El duelo entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid deparó un partido emocionante, disputado y competido que refleja lo grande que es este deporte. Como siempre, fue bonito para unos y demasiado cruel para otros. Lo que separa la gloria del fracaso es una línea muy ligera.

Fue un choque muy igualado durante los noventa minutos, aunque el Real Madrid fue el justo vencedor. El Atlético se adelantó en una jugada a balón parado, ayudado por un pequeño error de Casillas, pero desde ese momento el Madrid fue el conjunto que más insistió sobre la portería contraria y más fe puso en ganar esta Champions.

Si hay que destacar a un jugador por encima de todos, es necesario resaltar la figura de Sergio Ramos. Está en un gran nivel de forma y refleja a la perfección esa cultura histórica del Real Madrid. Demostró garra y coraje, creyendo en el empate más que nadie cuando ya nadie daba un euro por su equipo. Es el jugador de la final.

El Atlético se encontró con un castigo excesivo. El paso del tiempo les hará levantar la cabeza y recordar una temporada histórica. Hay que reconocer el enorme mérito de su temporada. Quizá ahora lamentarán el cambio de Diego Costa porque podría haber dado aire al equipo al final. Solo el jugador, Simeone y el médico saben el porqué de esa decisión y, sin duda, tendrían buenos motivos para asumir ese riesgo.

Antes del partido, todo el mundo alababa el tratamiento con placenta de yegua y ahora todo el mundo lo criticará. Es la grandeza del fútbol que, una noche más, repartió alegrías y tristezas desde esa delgada línea que separa la gloria del fracaso.

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