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José Manuel de Torres

¿Socialdemocracia… liberal?

¿Es coherente apostar por la globalización y la nueva economía y combatir al tiempo las desigualdades que producen?, ¿tiene lógica reconocer en la economía de mercado al único sistema capaz de promover la libertad y la igualdad de oportunidades, sin renunciar a que el Estado garantice la justicia social, la redistribución de la riqueza y la solidaridad social?, ¿existe un punto medio entre regulación y desregulación de los mercados?, ¿es compatible un Estado fuerte con una sociedad civil protagonista? En fin, ¿se puede ser liberal sin dejar de ser socialdemócrata?

El “gurú” del nuevo laborismo inglés, Anthony Giddens, a quien muchos consideran el auténtico mentor de las políticas que Tony Blair está desarrollando en el Reino Unido, sigue empeñado en demostrar que es posible cuadrar este círculo de la “tercera vía” sin entrar directamente en la paranoia. Después deMás allá de la izquierda y la derechay de su conocidaThe third way, Giddens vuelve a la carga conLa tercera vía y sus críticos. Su propósito no es sólo responder a los que le censuran que ésta es una corriente vacía de contenidos, o a los críticos que opinan que el invento significa únicamente un giro hacia la derecha y hacia el neoliberalismo, sino desarrollar algunos aspectos teóricos en los que asentar un conjunto disperso de ideas.

Cree Giddens que la “tercera vía” supera el antagonismo izquierda/derecha y que es capaz de encontrar soluciones adecuadas para cada problema concreto, sin caer en los extremos ideológicos de aquellos que pretenden la estatalización total de la economía o de los que desean la muerte del Estado. El director de la London School of Economics piensa que ésta es una alternativa ideológica que conserva la esencia de los valores morales de la izquierda y los adecua a las nuevas realidades políticas, sociales y económicas, impuestas por la revolución del conocimiento o la internacionalización de los mercados. Lo que le lleva, por ejemplo, a reconocer que Estado y Gobierno deben ser reformados (limitándose su tamaño y burocracia), y a aceptar también que la economía de mercado –que no el mercado libre– es el único cauce conocido para generar riqueza.

Para el autor inglés, de esta manera, el Estado no debe abandonar su papel regulador, sino reducirlo, procurando un equilibrio –entre Gobierno, economía y sociedad civil– que redefina los límites de lo público y de lo privado en cada ámbito: bienestar, seguridad, familia, pensiones, etcétera.

Si la socialdemocracia clásica hacía hincapié en el valor de la igualdad sobre la libertad, esta socialdemocracia renovada dice aceptar las ventajas de la libertad como valor fundamental pero sin querer renunciar a la etiqueta “ser de izquierdas”. Eso sí, el nuevo laborismo, defensor de la familia y el orden, moderno, empresarial, globalizado, correcto y ecológico, sigue empeñado a combatir la injusticia social y en garantizar la igualdad de oportunidades ante el mercado. Ante el galimatías que supone esta mezcolanza ideológica surge una duda razonable: ¿no será que la “tercera vía” ha entrado en “vía muerta”?


Anthony Giddens,La tercera vía y sus críticos. Traducción de Pedro Cifuentes. Editorial Taurus. Colección Pensamiento. Madrid, 2001. 208 páginas.

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