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NBA

José Manuel Puertas

La última mordedura de la Mamba Negra

Dicen de la Mamba Negra que es una de las serpientes más rápidas del mundo, y que su mordedura es una de las más letales. Hace ya años que Kobe Bryant adoptó el nombre de dicho reptil como su mote favorito. El mismo Bryant que ahora se despide del baloncesto, dejando su última exhibición de letalidad en el partido en el que, definitivamente, se quitó la camiseta de los Lakers: 60 puntos ante Utah Jazz a pesar de un físico castigadísimo, que le obliga a decir adiós a su amor vital: el baloncesto. El Staples Center y la NBA, a sus pies, por última vez, abrazo incluido con Shaquille O´Neal, el origen de sus triunfos, y parte importante en sus conflictos. El final soñado para el jugador más determinante que ha dado la mejor liga del mundo desde la retirada de Michael Jordan.

Kobe Bryant es un tipo que, quizá por su arrogancia, quizá por su estilo de juego, individualista de más en ocasiones, no enamora a todo el mundo. Generó odio de hecho, durante años, quizá por el pavor que se le tiene a una serpiente africana que mata por parálisis respiratoria. Fuera de los Lakers, era el enemigo público número uno en la NBA, pero se ha hecho acreedor del reconocimiento unánime de todos en su temporada del adiós. Kobe hizo sufrir cientos, miles de veces, a las aficiones rivales, convirtiéndose en su jugador más indeseable. Los mismos que ahora le rinden pleitesía. Respeto eterno a la Mamba Negra, a la que sufre con miedo por su veneno en la cancha, pero se venera por su poderío desde fuera. Respeto eterno a Kobe Bryant.

Quizá soy presa de la nostalgia por ser consciente de que una parte de mi vida se va con la retirada del de Philadelphia, como antes se marcharon otros y como en breve les tocará el turno a los Gasol o Navarro en nuestro país. Quizá ver a Kobe quitarse la camiseta oro y púrpura con el `24´ de los Lakers produzca en mi una reacción excesiva, pero si el jugador más inigualable de la historia, Magic Johnson, ha dicho, como hizo con Larry Bird, aquello de "nunca habrá otro Kobe Bryant", quién soy yo para desmentirlo. Palabras mayores. Hablamos de un jugador de leyenda, de los de verdad de leyenda, no por palabrería o retórica. Un tipo al que con el tiempo se valorará más todavía de lo que es hoy como uno de los más grandes de todos los tiempos. Sin discusión.

Sólo él podría hacer que pasara a un segundo plano un récord escalofriante, como el 73-9 de los Warriors que deja atrás a los mismísimos Bulls de Jordan de la 1995-96. Sólo la Mamba Negra podría reclamar para sí todo el protagonismo en una noche en la que un equipo se convertía en el mejor de la historia, al menos en una temporada regular. Sólo el mejor jugador del mundo en las dos últimas décadas se merecía un final así. Porque él es, simplemente, Kobe Bryant. Genio y figura hasta el final.

Gracias, Mamba. Te echaremos de menos.

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