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José María Albert de Paco

El síntoma Condal

El presidente del Español, que se escondió ante Arcadi Espada, no ha tenido el menor empacho en unirse a la cruzada antiespañola del Sr. Mas.

El pasado 19 de septiembre el periodista Arcadi Espada preguntó a varios personajes de la vida pública catalana si querían que Cataluña siguiera formando parte de España y si defenderían activa y públicamente su punto de vista. Uno de los personajes a los que Espada hizo llegar las preguntas fue Ramón Condal, a la sazón presidente del RCD Español de Barcelona. Ésta fue su respuesta:

Entiendo que usted me hace esta pregunta dirigiéndose al presidente del RCD Espanyol de Barcelona y, por ello, debo contestarle que precisamente por ser el máximo dirigente de un club deportivo, dedicado plenamente al deporte y, en concreto, al futbol, jamás emito posicionamientos sobre temas políticos presentes ni tampoco posibles situaciones de futuro como la que usted me traslada. Además, le aseguro que tampoco lo haría si usted me contactara a nivel personal, al margen de mi responsabilidad al frente del Espanyol o de mi dedicación empresarial, ya que considero que cada uno debe ser el único dueño de su pensamiento político, que podemos expresar electoralmente cuando es debido por vivir afortunadamente en una democracia. Siento no poder darle una respuesta directa a la pregunta, aunque estoy seguro que lo comprenderá.

Ayer, 22 de octubre, 20 días después de haber escrito o dictado esas palabras, Condal oficializó, en calidad de presidente del RCD Español (cómo si no), el apoyo del club a la internacionalización de las selecciones nacionales catalanas. Posteriormente, y en el afán de escurrir el bulto ante la contrariedad de buena parte de la hinchada blanquiazul, dijo que no había acudido a palacio como presidente del Español, sino a título personal. El hecho de que aquíaquí, aquí o aquí desmientan que fuera un cerebro en lugar de un cargo quien rubricó el documento es irrelevante. Lo que llama la atención, lo que habla de la clase de timba en que se ha convertido Cataluña, es que el mismo hombre que le dijo a Arcadi Espada "precisamente por ser el máximo dirigente de un club deportivo (...) jamás emito posicionamientos sobre temas políticos (...) y tampoco lo haría si usted me contactara a nivel personal"; que ese mismo hombre, en fin, no tenga el menor empacho, apenas 20 días después, en dar su apoyo, en calidad de presidente del Español, a la cruzada antiespañola del Sr. Mas.

O por hablar en línea recta: que ante una petición bastante más sustanciada en lo personal que en lo institucional, cual fue la de Arcadi Espada, no se atreviera a decir "no estoy de acuerdo con la independencia", y, en cambio, ante un requerimiento institucional, en el que había de empeñar no ya su parecer, sino el de miles de socios y simpatizantes, le dijera al promotor del acto, Artur Mas, que dónde había que firmar.

Hay algo más. En el lapso que va desde que Espada le formulara su pregunta hasta que Mas le llamara a filas, Condal fue reprobado por la grada perica y se vio obligado a presentar la dimisión. A día de hoy, y en espera de que los accionistas del club elijan nueva junta, ocupa la presidencia de una suerte de gestora interregno. En suma, Condal no sólo se hallaba desacreditado por su respuesta a Espada (never, never, never) o por el hecho de representar a un club; su gestión, una de las más nefastas que se recuerdan al frente del RCD Español, le incapacitaba, siquiera por prurito de moralidad, para firmar nada en nombre de nadie.

Este artículo no pretende ser, no puede serlo, un juicio de valor sobre el personaje que fue preguntado y requerido, sobre el individuo que desoyó la reflexión para enfundarse la camiseta en el Palacio de la Generalitat. Sucede, no obstante, que Cataluña es un lugar saturado de condales, donde la disensión se ejercita en la alcoba y la creencia se profesa a cielo abierto; donde es enteramente posible disfrazar el miedo mediante un raro balbuceo que pretende pasar por reflexión. A eso debía de referirse Mas cuando ayer, en la conferencia en el foro Barcelona Tribuna, dijo sin rebozo:

No hay que significarse demasiado, simplemente hace falta no ir en contra.

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