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José María Lancho

¿Por qué Gibraltar es una crisis europea?

Es inviable la construcción de una comunidad de derecho a largo plazo con las contradicciones que supone la colonia de Gibraltar.

Me gustaría introducir dos perspectivas que no se tienen en cuenta en torno al problema de Gibraltar aunque sea sólo para aportar algo de la sencillez moral que necesita una comprensión completa de esta cuestión.

La primera es una consideración técnica relativa a qué suponen para la legalidad comunitaria las resoluciones de Naciones Unidas vigentes relativas a la descolonización de Gibraltar.

El Reino Unido y el Reino de España son parte de una comunidad política que ha desarrollado un complejo sistema jurídico cuya principal característica es que su derecho se impone al nacional. El Tratado de la Unión Europea ha permitido el papel internacional más activo a la Unión y su artículo 3 obliga con el más estricto respeto y desarrollo del Derecho internacional, en particular el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

En 2008 en el denominado caso Kadi (C-405/05P) el Tribunal de Justicia de la Unión pudo pronunciarse sobre los efectos de las resoluciones de Naciones Unidas y su efecto en el ordenamiento comunitario. El Tribunal concluyó que ese ordenamiento está ligado y sujeto a las Resoluciones de Naciones Unidas, no sólo dada la vinculación y sujeción del mismo al derecho internacional sino a la propia pertenencia de todos sus miembros a las Naciones Unidas. Lo que implica para la Unión Europea vincularse y respaldar como actos relevantes de derecho internacional, las resoluciones de Naciones Unidas.

Ahora bien, ¿tiene la Unión Europea competencias sobre descolonización "interior"? Se me ocurren objeciones y argumentos a favor pero hay algo que para cualquier jurista es decisivo, jurídicamente decisivo: es inviable la construcción de una comunidad de derecho a largo plazo con las contradicciones que supone la colonia de Gibraltar en el sur de Europa.

Quizá en el momento de la adhesión de Gran Bretaña, o en el posterior de nuestro país, Gibraltar no era un problema directo de legalidad internacional para la Comunidad Económica Europea, sin embargo hoy por hoy sí lo es de la Unión y de lo que pretende ser su futuro.

Hay que reconocer que la descolonización no ha sido nunca uno de los puntos fuertes de la política de la Unión Europea y que en lo tocante a Gibraltar, el Parlamento, quizá porque le resulte una cuestión de moral doméstica o de evitar ser verdaderamente eficaz cuando puede serlo y es necesario, jamás se ha pronunciado. Por otra parte, también es destacable el silencio coordinado de los representantes y eurodiputados españoles sobre la colonia de Gibraltar y sus efectos de desestabilización política y económica del Estrecho y el sur de España.

La segunda perspectiva, a nivel europeo, es la relativa al coste económico de oportunidad que para la Unión supone la colonia de Gibraltar. Una cuarta parte de todo el tráfico marítimo mundial transcurre por el Estrecho, una situación menos favorable ha hecho de otras regiones, en condiciones geográficas similares, polos de crecimiento como Malasia. Incluso la inestabilidad política, como puede pasar para Alejandría en Egipto o Ciudad del Cabo en Sudáfrica, no impide a estas zonas estratégicas ser un polo de crecimiento regional. Los burócratas de partido y dedo, con la imaginación mutilada de quienes no tienen que diseñar el futuro desde la piel de quienes les sufren, ya se han pronunciado sobre el papel de la UE en todo esto: advertencia de sanciones para el país que sufre la colonia. Nadie hace nota de las causas del estado de depresión económica existente en derredor de Gibraltar y de la imposibilidad de Andalucía de aprovechar geoestratégicamente el Estrecho, salida económica natural de esa región.

Las ilusiones imperiales y nacionalistas, que tanto daño han causado, de un país aliado como Reino Unido suponen para la Unión Europea la pérdida de uno de los más factibles motores económicos del continente: han desactivado el Estrecho como polo de crecimiento regional.

Desde luego, la desgraciada situación de la región no se explica sin el efecto de la colonia. El espejismo de la prosperidad gibraltareña no lo explica el contrabando de tabaco, claro que no. Gibraltar no tiene fábricas, no desarrolla tecnología, carece de centros de conocimiento, el turismo tiene un valor muy relativo. ¿Qué aporta cada año al mercado Gibraltar? Meramente un espacio dentro del mercado español donde las reglas españolas no se cumplen, así es un refugio jurídico en forma de opacidad, exención de fiscalidad, omisión de regulación medioambiental, exclusión de responsabilidad societaria, elusión de regulación sobre el juego. Todo ello dirigido principalmente a operar sobre el mercado español. El efecto que eso produce en Andalucía sería perfectamente reproducible en cualquier otra región de la UE como París o Hamburgo.

Una Unión Europea devastada por el paro, la pérdida de competitividad tecnológica e industrial y el desequilibrio financiero que hace imposible políticas monetarias que fortalezcan el crecimiento y la competitividad debería hacer reflexionar lo que Europa pierde con la colonia de Gibraltar, lo que Andalucía pierde y lo que los gibraltareños pierden y si esa factura global es asumible.

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