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José María Marco

Aznar en Durango

Aznar afirma que se puede ganar, que ya íbamos ganando. Tiene razón. Y la tendrá aún más en el futuro, más próximo tal vez de lo que pensamos, como traiciona el nerviosismo de los socialistas en el gobierno.

Jesús María Pedrosa era concejal del PP en el Ayuntamiento de Durango, en Vizcaya, desde 1987. Estaba casado y tenía dos hijas. Fue asesinado por los etarras el 4 de junio de 2000. Ahora Aznar acaba de pronunciar allí uno de los grandes discursos de su vida.

A diferencia de otras de sus intervenciones sobre terrorismo en el País Vasco, Aznar no se ha dejado llevar por la emoción. Se nota la viveza del recuerdo, el dolor y la rabia, pero se notan sobre todo en la claridad con la que se marca una política.

El primer punto es la dignidad de las víctimas. De cómo se trate a las víctimas del terrorismo depende, dice Aznar una vez más, la dignidad de la sociedad en la que queremos vivir. Por eso no es retórica la evocación, al final de la intervención, de quienes resistieron a otros totalitarismos, el fascista, el nazi, el comunista. Gracias a ellos y a su sacrificio sus compatriotas viven en sociedades libres. A eso es a lo que debemos estar dispuestos ante la embestida nacional socialista.

Aznar apela a una decisión personal, que nos compromete íntegramente como personas y como españoles. Está en juego nuestro propio destino moral, aquello en lo que nos convertiremos en este trance de degradación y de indecencia.

El segundo punto es la confianza en el Estado de Derecho. Se podrá discutir si Aznar hizo bien en sondear las intenciones de los terroristas en 1999. De lo que no cabe duda es que su actitud, entonces como ahora, es diametralmente opuesta a quienes al parecer llevan años hablando con los terroristas y ahora se disponen a cumplir con ellos la voladura del Estado de Derecho y el desmantelamiento de España.

Aznar aclara su confianza en las instituciones de la democracia liberal para luchar contra el terror nacionalista. Son los socialistas en el gobierno quienes están a punto de traicionarla, y traicionar, si es que no lo han hecho ya, la Constitución que "prometieron" cumplir. ¿Pedir lealtad para eso? El "no" de Aznar es rotundo. Ni confianza, ni colaboración.

Finalmente, Aznar deja bien claro lo que significa la palabra paz. Se hablará de paz cuando se derrote a los etarras, no antes. Nosotros, los españoles, la gente que queremos vivir en libertad, no estamos en guerra. Los terroristas y sus aliados sí. Ellos recurren a la violencia indiscriminada, a la extorsión, al miedo que devuelve al ser humano a la animalidad. Nosotros luchamos con la ley y con las instituciones que hacen posible la libertad.

Aznar afirma que se puede ganar, que ya íbamos ganando. Tiene razón. Y la tendrá aún más en el futuro, más próximo tal vez de lo que pensamos, como traiciona el nerviosismo de los socialistas en el gobierno. Entonces veremos quién se queda solo en esta aventura.

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