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José María Marco

El acierto de Aguirre

El Gobierno vuelve a atizar la hoguera del enfrentamiento entre las clases pudientes y las explotadas. Rodríguez Zapatero se reviste del ropaje casi sagrado, tan del agrado de los antiguos socialistas utópicos, de Mesías de los desvalidos.

Esperanza Aguirre ha llamado sindicalista piquetero a Rodríguez Zapatero y luego se ha disculpado. Ha hecho bien en los dos casos. En disculparse, para que quede claro que no está exactamente en la misma categoría que los socialistas, y en general la izquierda española, especialista en sustituir los argumentos por la descalificación personal. Y también en decir de Rodríguez Zapatero lo que dijo, para que quedara clara cuál es su posición ante lo que el gobierno socialista llama el "diálogo social".

Después de pasar por los sucesivos capítulos de la memoria histórica, el anticlericalismo, la (post)modernización moral y la deconstrucción de España, Rodríguez Zapatero acaba de abrir un nuevo capítulo en su retórica política. La crisis que nunca iba a existir le lleva a recuperar la lucha de clases como motor de movilización. El Gobierno, que pertenece al mismo partido que "abandonó" el marxismo a finales de los setenta, vuelve a atizar la hoguera del enfrentamiento entre las clases pudientes y las explotadas. Rodríguez Zapatero se reviste del ropaje casi sagrado, tan del agrado de los antiguos socialistas utópicos, de Mesías de los desvalidos.

Por supuesto que esta retórica siempre ha sido una trampa. El socialismo redentor toma del cristianismo alguna imagen, muy gastada, pero nunca el fondo. En realidad, la estrategia de estos Mesías siempre ha sido la misma. En nuestro caso, Rodríguez Zapatero gobierna movilizando a una parte de España contra la otra. Todo su afán es dar cuerpo a la fantasía de las dos Españas. Le ha valido para conseguir dos victorias electorales y para cambiar, probablemente para siempre, su país. Pero no le ha servido para conseguir la mayoría absoluta. Eso no le importa demasiado, porque tiene una visión de fondo de la que la estrategia de enfrentamiento y de crispación forma parte esencial.

Por eso lo de "sindicalista", por un lado, y lo de "piquetero", por otro, son calificativos adecuados. También lo es la actitud de Esperanza Aguirre, que otra vez destaca con su forma de tomar posición ante la opinión pública: por insinuar un mensaje claro acerca de la estrategia y los objetivos del gobierno, pero también por emplear un lenguaje que todo el mundo entiende y todo el mundo recuerda. 

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