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Las encuestas preelectorales no eran buenas para el PP. Era verosímil que el PP perdiera la mayoría absoluta. Las discusiones para poner remedio a esta situación versaban entonces sobre el tono de la campaña de Mariano Rajoy. Una hipótesis a tener en cuenta –mucho más, a mi entender– es que sobre la intención de voto siguiera pesando la Guerra de Irak.
 
La participación de España en la Guerra de Irak no ha sido entendida por la opinión pública española, como lo han venido demostrando todas las encuestas realizadas desde entonces. Pesó en las elecciones municipales y autonómicas, aunque la situación del PSOE logró maquillar la realidad. Y ha vuelto a ser el eje de las elecciones del 14 M.
 
La parálisis y falta de reacción del Gobierno y los líderes del PP ante lo que empezó a ocurrir en cuanto resultó verosímil la participación del terrorismo islámico en los atentados de Madrid se explica por la actitud mantenida hasta entonces. El Gobierno no se ha esforzado nunca por explicar y argumentar las razones de la presencia de España en Irak, ni los beneficios que esta participación traía consigo, ni sus fundamentos morales.
 
Hace un año el Gobierno puso a la sociedad española ante un giro de fondo en la política exterior: la sacó de su confortable posición de segunda fila, la colocó ante responsabilidad nueva y la enfrentó a sus inseguridades y sus miedos, perfectamente explicables. Y lo hizo sin argumentos, sin voluntad de persuasión, sin seguridad, en el fondo, y por tanto sin capacidad de infundir seguridad.
 
Los atentados de Madrid pusieron todo esto encima de la mesa. Era una losa muy difícil de levantar, hay que reconocerlo. A eso se añadió la campaña de infamias y de calumnias lanzada desde la izquierda. El PP se achantó y como no había explicado antes las razones de la posición del Gobierno ante la Guerra de Irak, ahora no pudo decir lo que tenía que haber dicho: que el voto a la izquierda, en las condiciones en las que la izquierda planteó las cosas el sábado 13 de marzo por la noche, era un voto a Al Qaeda.
 
Las elecciones del 14 M fueron legítimas, a pesar de la izquierda. Lo ocurrido la tarde y la noche del sábado y la mañana del domingo, cuando la izquierda violó las más elementales normas legales y democráticas, merece una denuncia pública contundente.
 
Pero el voto del miedo, el que ha dado por resultado que el Gobierno de España lo hayan decidido los terroristas islámicos y ETA, y que ahora las democracias occidentales estén a la merced del terrorismo, no lo fue sólo por el secuestro de los buenos sentimientos y la manipulación de la inseguridad realizados por la izquierda. También lo ha sido porque el PP y el gobierno del PP descubrieron en la gestión de la crisis del 11 M y en todo el tratamiento de la Guerra de Irak sus propios temores. Demasiados flancos abiertos.

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