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José María Marco

Libertarios liberticidas

Ya lo sabemos: la tolerancia de los seguidores de Rodríguez Zapatero sólo se aplica a ellos mismos y a sus correligionarios. Ningún discrepante tiene derecho a expresar su opinión.

La sola aparición del término "costumbres" en un documento político, como es el propuesto por el Partido Popular con su contrato para inmigrantes, ha levantado una considerable polvareda propagandística. Propagandística más que ideológica.

Los socialistas ya han puesto en marcha una auténtica campaña de adoctrinamiento ideológico y moral con la asignatura de Educación para la Ciudadanía y –lo que es aún peor– un auténtico lavado de cerebro con la LOGSE. Pero ponen el grito en el cielo, como beatas melindrosas, en cuanto alguien que no sea ellos se permite entrar en este terreno. Últimamente dan incluso lecciones de ética cristiana a los creyentes.

Ya lo sabemos: la tolerancia de los seguidores de Rodríguez Zapatero sólo se aplica a ellos mismos y a sus correligionarios. Ningún discrepante tiene derecho a expresar su opinión.

Por eso tal vez habría sido mejor evitar una polémica resbaladiza en estos momentos de campaña electoral. Bastaba con centrarse en la defensa de la ley o en su reforma a favor de la libertad, como ha hecho el propio Partido Popular para regular el yihab en determinados lugares públicos, por ejemplo las escuelas.

Aun así, resulta importante que empiecen a aparecer síntomas de que la sociedad vuelve a relacionar la moral con la política. Los seguidores de Rodríguez Zapatero, y en general el progresismo hispánico, se arrogan el monopolio de la moral. De ahí que siga este neosocialismo siendo tan intervencionista como el socialismo clásico, disfrazado de "republicanismo" por los asesores ideológicos de la nueva clase dirigente (no tan nueva, en el fondo).

Al mismo tiempo, ese monopolio cierra el espacio público a cualquier moral que no sea la suya. Y por eso estos liberticidas presumen de libertarios. Como las leyes, en última instancia, no se basan en la justicia, sino en la decisión mayoritaria, todo está permitido. Y como todo está permitido, acaba siendo prohibida una posición que enfrente a los individuos a cualquier forma de responsabilidad moral.

No sé si el Partido Popular ha medido bien las consecuencias inmediatas de su propuesta. Lo que está claro es que ante la ofensiva neo totalitaria de los socialistas de Rodríguez Zapatero, tanto los liberales como los conservadores, es decir la derecha, va a tener que recurrir a los argumentos morales. Y eso por mucho que los socialistas intenten sacar rédito electoral de su pantomima disfrazada de escándalo.

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