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José María Marco

Sobre la cobardía, la infamia

La decisión de retirar las tropas españolas de Irak es una cobardía y es una decisión propia de cobardes. En Irak las tropas aliadas y el pueblo iraquí están sometidos al acoso de grupos de terroristas, a los que los medios de comunicación occidental llaman resistentes, que han hecho de Irak una zona estratégica para la defensa de la libertad y la democracia en el mundo. Retirar las tropas españolas es abandonar la defensa de la democracia y de la libertad. España, cuya principal aportación a la cultura occidental ha sido su proyección civilizadora y cristiana surgida de la voluntad, sostenida durante siglos, de ser un país occidental, ha sido traicionada por el gobierno socialista.
           
Si se confirma que el gobierno socialista pactó con la banda de delincuentes liderada por el caudillo terrorista islámico al Sadr la salida de las tropas, a la cobardía su sumará la infamia. La retirada de las tropas españolas está poniendo en peligro la integridad física de las tropas de otros países y la de los propios iraquíes en la ciudad de Nayaf, en cuyo asedio estaban participando las fuerzas españolas. Eso sí, el gobierno español habrá protegido a nuestros soldados gracias al pacto alcanzado con el enemigo, con el que se acude a negociar después de que un atentado perpetrado por otros terroristas islámicos causara en Madrid la muerte de casi 200 personas. Ni qué decir tiene que los nuevos amigos del gobierno de Zapatero se alegraron, sin la menor duda, de los atentados del 11 M. En la historia militar española hay pocos episodios más bochornosos y humillantes. En la historia moral de España, es uno de los momentos más bajos.
           
La decisión de retirar las tropas españolas de Irak nos retrotrae a tiempos de aislamiento. Se basa en una coartada ideológica que quiere ser de izquierdas y se basa en la recuperación del antiamericanismo primario de tiempos de la Guerra Fría. En realidad, este antiamericanismo ideológico entronca con una tradición aislacionista que siempre ha perjudicado a España, en lo económico, en su capacidad de influencia y en su vitalidad y prosperidad. Ha beneficiado, en cambio, a oligarquías caciquiles. Son las que ahora han vuelto a gobernar España, como la gobernaron durante el franquismo. En la España democrática no ha habido gesto más franquista –exceptuando la retirada de la OTAN- que este de la retirada de las tropas de Irak. The Wall Stret Journal hace bien en llamar al nuevo presidente del Gobierno “Generalísimo Zapatero”. Es lo que le gustaría ser, como franquista es la sociedad que los socialistas y sus aliados nacionalistas tienen en proyecto.
           
La clave de esta cobardía, esta infamia y este retroceso al franquismo es la seguridad de ganar las elecciones europeas gracias al supuesto pacifismo demostrado por la sociedad española. Puede que al electorado español no le importen demasiado los costes internacionales que para la posición de España tenga la decisión de Zapatero. Sí le importará la debilidad de la que acaba de hacer gala. El anuncio hecho por sorpresa el domingo, sin debate en las Cortes ni comunicación con el Consejo de Ministros, pretendió ser una demostración de fuerza. Es más bien la prueba de una extrema fragilidad política y de una ausencia total de principios morales. Eso sí, mejorarán las relaciones de España con el mundo árabe. Seguimos retrocediendo.

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