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José T. Raga

Generosidad con dinero ajeno

Cuando un generoso actúa sobre dinero ajeno es porque a alguien se lo está quitando.

Es la más fácil de las generosidades, aunque presenta una peculiaridad que no debe pasar desapercibida: cuando un generoso actúa sobre dinero ajeno es porque a alguien se lo está quitando.

España es un país que, arrinconando la historia, las humanidades, bajo el pretexto de que no interesa a los ciudadanos, reconoce componentes históricos sobre los que cualquier historiador tendría múltiples reservas.

Así, ¿por qué la historia empieza y termina según la decisión de alguien? Lo histórico es el acontecer, en el que se suceden, condicionándose, hechos y comportamientos de una comunidad humana, verdadera protagonista de la escena historiográfica.

Somos tan especiales que hasta se publican leyes para decir lo que es y lo que no lo es histórico; es la dictadura del Boletín Oficial del Estado. Sobran las fuentes documentales, porque así le ha parecido al supremo historiador: el Estado o, mejor, el Gobierno.

Ya nos han martirizado varias comunidades autónomas reclamando la deuda histórica que el Estado tiene contraída con ellas. Lo que no hubiera imaginado nunca es que el Estado –es decir todos los españoles– tiene una deuda histórica con los Mossos d’Esquadra, a cuya satisfacción el Gobierno de España ha accedido (sin discusión: todo sea por el voto a los Presupuestos) transfiriéndoles 700 millones de euros, que eran nuestros, de todos los españoles.

¿Cuándo los españoles todos vamos a reclamar la deuda histórica –ésta sí lo es– de Cataluña con el pueblo español? ¿O es que el proteccionismo, histórico por siglos, en Cataluña no ha generado deuda alguna con los sacrificados por su protección?

Ya en 1481 las Cortes catalanas establecían un elevado arancel proteccionista de la ineficiente economía catalana. Sí, ineficiente, porque lo eficiente no necesita protección.

Aranceles que se verían complementados por la directa prohibición de entrada de determinados productos extranjeros, y estableciendo, para mayor negocio, el monopolio de los tejidos catalanes en Cerdeña.

Siete años después (1488), el rey don Fernando el Católico amplía el proteccionismo anterior implantando también el monopolio de los paños catalanes en Sicilia, prohibiendo, además, el tráfico en los puertos catalanes a las naves genovesas; las más eficientes y agresivas de cuantas navegaban por el Mediterráneo.

Si esto no fuera suficiente, en 1511 el Rey concede a los catalanes poder imponer un derecho arancelario del 50% a cualquier género no catalán que llegara a sus puertos.

Así, el auge económico en Cataluña (1503-1516) es el resultado de que lo que hoy llamamos España pagaba por los bienes producidos allí precios más elevados que los de la competencia internacional.

Aquel estructurado proteccionismo se mantuvo por siglos, tanto durante los Austrias como en los Borbones, incluyendo, naturalmente, los períodos de las fugaces repúblicas y durante el oprobioso franquismo. Cambiaron los bienes pero no su protección.

¿No es eso una deuda histórica de la beneficiada Cataluña con el sacrificado pueblo español? ¿Por qué no reclamar su cuantía? No soy historiador, es simple sugerencia para quien pueda corresponder; es justicia histórica.

En España

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