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Juan Carlos Girauta

De giros estratégicos

Se supone que CiU está en el centro, entre el PSOE y el PP, por su historial de pactos indistintos. Chantajear a diestra y siniestra le convierte a uno en centrista.

Vamos avanzando. Tras correr largamente por el ciberespacio y por las ondas, al fin ha conocido el papel la preferencia socialista por una Generalidad convergente. Fue explícita en González, y no lo ha sido antes en su sucesor por diversas razones entrelazadas. A saber:

La prioridad absoluta del PSOE en la última etapa de Aznar fue acabar con el PP sin reparar en costes, como resucitar el frentismo o el frentepopulismo. En esta prioridad, el PSOE coincidía objetiva y tácticamente con los separatismos vasco y catalán. Los resultados de las autonómicas catalanas convirtieron al Principado en un teatro perfecto donde ensayar el nuevo mundo (viejísimo, podrido) de buenos y malos, progres y fachas: el Tinell. Aún así, el cambio de color político en la Generalidad lo decidió ERC, un agente externo a la gran familia socialista. Lo decidió con un PSOE noqueado, encendido en las calles, furibundo y hambriento, destetado del erario. Y el gobierno tripartito se formó antes que el de Rodríguez, cuando los socialistas no soñaban con volver a la Moncloa en unos cuantos años.

Entonces el hombre fuerte y experimentado era Maragall; el falso leonés se había de conformar con la condición de joven promesa (“¡Zapatero, a tus zapatos!” ¿Recuerdan?) Además del ascendiente, la dependencia era clara: Rodríguez había ganado el congreso socialista gracias a los votos catalanes porque Maragall deseaba un liderazgo discreto y manejable en Ferraz, es decir, no deseaba un liderazgo en Ferraz.

El ascenso de la joven promesa a la presidencia del ejecutivo, y la incorporación al gobierno de Montilla, hombre fuerte del socialismo catalán, empezó a invertir la relación de dependencia por motivos relacionados con el presupuesto sobre el que cada cual decide, aspecto esencial en la honradísima organización creada por Pablo Iglesias. Por fin, casi todos los golpes políticos y mediáticos recibidos por Rodríguez le han caído en el flanco catalán; si el leonés leonino sufre, más sufre el nieto del poeta.

A las consecuencias de todo lo anterior se les llama ahora “giro estratégico hacia el centro”. Se supone que CiU está en el centro, entre el PSOE y el PP, por su historial de pactos indistintos. Chantajear a diestra y siniestra le convierte a uno en centrista. La pieza suelta, aparentemente, es ERC, que durante un tiempo pareció decidirlo todo. Pero alguien tan pequeño sólo decide para mal, nunca para bien. La mosca puede meterse en el ojo del conductor y provocar un accidente, pero no puede reparar el coche.

Sin embargo, en clave catalana, sería desastroso para la imagen y expectativas de Carod no salir en la orla del estatuto, aunque sea al lado del ufano Mas y del desinflado Maragall, a quien Guerra, siempre mortífero, ve deprimido. Una vez hayan convencido a casi todos de su rebeldía, y cuando los focos los iluminen sólo a ellos, ERC aprovechará la mínima concesión de Rubalcaba, o se la inventará, para pasar por el aro y decir sí, amén, vele, OK, compro.

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