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Juan Carlos Girauta

Desde la cuna hasta la caja

Este golpe de mano para concentrar un sector estratégico nacional y ponerlo en manos de un gobierno autonómico de signo radical, está condenado al fracaso

Lo raro es que la voluntad de concentrar sectores estratégicos para controlarlos (también estratégicamente) viniera nada menos que en los Pactos del Tinell, los que bendijeron la coyunda de toda la izquierda catalana con el separatismo. Los que definieron al enemigo sellando el compromiso de marginar al Partido Popular en todas las instituciones, dentro y fuera de Cataluña.
 
Digo que es raro porque no hay forma más palmaria de reconocer lo que ahora mismo se disponen a negar uno señores que van de helipuerto en helipuerto, pasando por la sede del PSC a rendir pleitesía, pues es allí donde a fin de cuentas habita su señor. La competencia, el mercado, las juntas de accionistas y demás zarandajas liberales no atañen a La Caixa, una maquinaria tan poderosa y omnipresente que a los coleguillas les da miedo hasta nombrarla. Yo tampoco la estaría nombrando –¿para qué?– si esa inmensa entidad financiera semipública tutelada por la Generalidad no se hubiera convertido en el mascarón de proa de una nave partidaria y hostil.
 
Los del helipuerto de la Diagonal carecen de sentido de la realidad, cuando parecían la personificación del seny. Este golpe de mano para concentrar un sector estratégico nacional y ponerlo en manos de un gobierno autonómico de signo radical, está condenado al fracaso. Quieren que Gas Natural se trague una pieza que pesa el doble que el ofertante hostil de la adquisición; se le va a indigestar. ¿Está verdaderamente dispuesta La Caixa, que ha basado su inmenso crecimiento en el silencio y en la discreción, a ocupar todas las columnas de opinión, todas las tertulias y todos los debates políticos?
 
Nos cobra todo el tiempo: desde que encendemos la luz por la mañana, abrimos el grifo de la ducha, nos hacemos un café, encendemos el coche, hacemos la compra o pagamos el peaje. Nos succiona la dichosa caja desde la cuna hasta la caja. Quieren el monopolio de la energía: el Estado soltó el sector para que, unos años después, lo engulla una autonomía. ¿Para qué? La respuesta, en los pactos del Tinell.
 
No sería criticable si se tratara de un banco. Pero entre las muchas cosas que Cataluña ha dado, no se encuentra un gran banco “nacional”. Gravehandicappara un país con tantos nacionalistas. Todos los intentos de crearlo han acabado en fiasco. Sean razonables, envaradosgood for nothing: sigan usando su helipuerto, gocen de sus inmerecidas prebendas disimuladamente. No se coloquen en mitad del circo. Parece mentira que haya que decírselo.

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