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Juan Carlos Girauta

Duros, sí, ¿y qué?

Aznar, Aguirre, Zaplana, Acebes, Álvarez-Cascos, Vidal-Quadras, Mayor Oreja, San Gil, Abascal, Otaola, Ortega Lara y compañía son duros. Pues vale. Duros con la ETA, con los que aprovechan políticamente lo que hace la ETA...

En la alelada España del momento, quien primero cuelga la etiqueta al prójimo tiene media batalla ganada. Eso lo tiene tan claro el progrerío que parece que nacen sabiéndolo. En cuanto Rajoy ha empezado a dar puerta a los mejores (por aquello de sumar), los medios izquierdistas y nacionalistas al completo, más algún diario extraviado, viendo la bicoca de una derecha capada y condenada a comunicarse con el exterior a través de la mejorable médium Soraya SS, no han tardado ni media hora en emitir una taxonomía de la derecha que pone a un lado al prudente y moderado Rajoy con su equipo de centristas, y a otro lado a los "duros" o, según versión más desahogada, "extrema derecha" o "ultras".

Dicen algunos progres imaginativos que ahora le están administrando a Rajoy su propia medicina desde dentro, usando contra él a las víctimas del terrorismo (o "usando el terrorismo" sin más, llegan a afirmar en el partido de Vera y Barrionuevo). Más bien lo que sucede es que los de siempre le siguen aplicando al PP la vieja pócima. Limitándola esta vez a cuantos no tragan con la claudicación en los principios y salvando, claro está, a los que van a regalarles una futura oposición de sesenta diputados, tirando largo, que se cronificará hasta que la niña de Rajoy ingrese en el asilo hablando inglés, comentando el precio del pollo y bien centrada en las-cosas-que-de-verdad-preocupan-a-la-gente.

Ya han subrayado otros lo singular de convertir a Fraga y Gallardón, líderes de la vieja Alianza Popular, en representantes de la renovación, despachando como extrema derecha –como fascistas, vamos– a un frente de notables que procede en muchos casos de la UCD o, como Aguirre, del Partido Liberal. Por no hablar de los que más les irritan: esos malditos "comentaristas" de la COPE que vienen de la izquierda ("lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria", que diría Prieto). Pero, por singular que resulte, las primeras etiquetas que se colocan suelen perdurar. Cosas de la psicología de masas.

Acéptese pues alguno de los motes por no perder el tiempo en tonterías. No los que consistan en insultos, claro está, pero esa cosa opinable y valorativa de "duros", ¿por qué no? Aznar, Aguirre, Zaplana, Acebes, Álvarez-Cascos, Vidal-Quadras, Mayor Oreja, San Gil, Abascal, Otaola, Ortega Lara y compañía son duros. Pues vale. Duros con la ETA, con los que aprovechan políticamente lo que hace la ETA, con quienes representan en ayuntamientos a la ETA, con quienes negocian con la ETA y con quienes dentro de su partido, repentinamente, se han vuelto blanditos, dulces, maleables, contemporizadores con dos de las cuatro categorías anteriores. Duros con todos ellos, sí. ¿Y qué?

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