Pronunciarse, lo que se dice pronunciarse, el Rey tiene que hacerlo poco. Si me apuran, una vez en la vida, o ninguna. Cabe imaginar, qué se yo, que tomen el Congreso unos guardias civiles dispuestos a aplastar la Constitución y la gramática y que se pongan pesaditos, que se queden varias horas. Entonces es preceptivo que salga el Rey, a poder ser con un poco de celeridad, y se pronuncie claramente: está o no está con la gramática. Y en el primer caso, ¿con qué gramática está, con la estructural o con la parda? (Gramática parda: Habilidad para conducirse en la vida y para salir a salvo o con ventaja de situaciones comprometidas. DRAE.)
Ya la cosa navideña es más llevadera, qué les voy a contar. Algo habrá que decir de la Constitución treintañera, del consenso que ya canta, y tal y cual. Sea. Luego, la despedida del "tradicional mensaje" es como un brainstorming para un programa de debate. Todo normal. La mera enunciación sin valorar, en boca del Rey basta. Del mismo modo, las vacas flacas del prójimo impelen a todo jefe del Estado a dar tres pinceladas naíf. A ver: "tirar del carro"; hay un carro que es de todos, y todos tiramos de él, y todos cantamos e incluso bailamos, como en Siete novias para siete hermanos. A ver: "no existen fórmulas mágicas"; necesaria dosis de realismo en el país de los voceras, de los sabelotodos jactanciosos que golpean la barra del bar con la derecha mientras apuran con la izquierda el jeriñac, o el Cynar, o la mirinda. "Esto lo arreglaba yo en dos días. Lo que yo te diga. Lo finos que iban a ir esos...". A ver: "recuperar la confianza" y "respaldar la actividad diaria"; confianza y respaldo se unen en la libreta del inmigrante tocado por el Gordo; molido a comisiones por su voraz caja de ahorros cuando tenía 17 euros, que se prepare tras su erección financiera.
Nada, hombre, Señor, Majestad, que hace usted bien en decir generalidades porque es su papel, porque es Navidad y porque todos sabemos que se lo han escrito. No hay problema. O sólo uno: el acuerdo al 101% del PP con su "receta" (¡¡receta!!) para salir de la crisis. No sé si deprimirme porque gente con estudios vea recetas en un Christmas hablado, porque importunen al Rey con un 1% adicional de juancarlismo o porque extiendan la idiotez que abraza palabras por encima del 100%, o las entierra por debajo del 0%, según quién las pronuncie. En cualquier caso, voy a deprimirme. Adiós.