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Juan Carlos Girauta

El gatillazo

Momentos impagables que algún día habrá que recrear en la comedia, como el del bachiller Montilla poniéndole una conferencia a un ministro alemán, un ministro de verdad, para darle una lección de altas finanzas y bajas intenciones.

Vamos a ver, una cosa son las altas finanzas y otra las fantasías sexuales, ¿o no? Pues no. Creía que GN significaba otra cosa; en realidad ocultaba el Gatillazo Nefando. Tras planear el apareamiento –contra natura, por más señas–, a la hora de la verdad nada hubo. Ah, aquella exhibición del gran jerarca de la gasística, aquella danza del palomo tratando torpemente de seducir a la deseada eléctrica, que pesa cuatro veces más que el machito. Ah, la promesa o amenaza de no sé qué gaseoso semen que había de eyectarse para mayor gloria del club de los good-for-nothing. Bla, bla, bla. Y luego, claro, el gran ridículo, la falta de liquidez, el fallido músculo financiero. Los miembros del gobierno se aprestan a asistir al palomo. Mucho vacilar y luego ha de venir un servicio de asistencia 24 horas a inseminar a Endesa. Con ciertas metáforas no se juega.

Ha aparecido en escena un alemán como un armario y el del gas se ha visto haciendo de José Sacristán en Lo verde empieza en los Pirineos. No le neguemos, sin embargo, virtudes a esta inesperada recuperación de la "españolada". Historias de zascandiles y voceras. Ocasionalmente hallamos joyas como la efusión de Maragall: "¡Habrá estatut y habrá OPA!". Momentos impagables que algún día habrá que recrear en la comedia, como el del bachiller Montilla poniéndole una conferencia a un ministro alemán, un ministro de verdad, para darle una lección de altas finanzas y bajas intenciones. Si el homólogo germano estaba bien informado, ha debido interrumpirle: "Usted es el condonado de los mil millones, ¿no?"

Qué decir de M. Sebastián, saboreando ufano las peculiaridades patrias al apuntar que la eléctrica alemana sabe mucho de nuestra empresa, pero nada acerca de España. Es decir, nada acerca de la política española, nada acerca de la fatídica coyunda político-empresarial que, con o sin gatillazos, impele al gobernante de turno a meter las narices y lo que no debe allí donde se esconda un buen dinero. Rodríguez lo va a arreglar todo por decreto y los alemanes, empezando por la fracasada Merkel, se van a enterar. Y España va a perder el poco prestigio internacional que le quedaba tras el trabajo a fondo de Moratinos. En lo político ya nadie se fiaba de nosotros; ahora están a punto de descubrir que aquí todo es político.

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