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Juan Carlos Girauta

El Gobierno de la Nación discutida y discutible

En Sanidad, al ama severa la sucede un científico que jugaba a ser Dios, luego se especializó en levantar fondos con promesas incumplidas a los diabéticos y, por fin, encontró su verdadera vocación: alegrar los oídos de los poderosos

En Presidencia, una confirmación de Heidegger: "La nada nadea". En Vicepresidencia, un subproducto del Belloch de Laos desempeña el interesante trabajo de insultar a Rajoy todos los días. En Economía y Hacienda, la inquietud de las estatuas: él no tocaría lo que funciona, pero no gana para sustos, como los dos billones de pesetas del improvisado aguinaldo a los neonatos.

En Exteriores, un tercermundista con aire de Serafín Latón renueva periódicamente la desconfianza estadounidense. En Justicia, un hooligan sectario cargado de rencores despedaza el cadáver de Montesquieu. En Defensa, alguien gestiona, silente, lo imposible: participar en la guerra global contra el terrorismo islamista mientras se niegan guerra, globalidad y terrorismo, proponiendo alianzas hippies al islamismo. En Interior, un maestro de lo oscuro arroja sombras sobre las claves del 11-M y engrasa una policía de partido.

En Fomento, la inoperancia personificada apaga los incendios con gasolina: a Cataluña la castigaba el PP por no votarle, sostiene la señora que politiza puentes e ideologiza vías férreas. En Educación, Brian May –a cuyo marido no conviene invitar a cenar– ultima el adoctrinamiento obligatorio en el relativismo cultural. En Industria, un ex alcalde de Barcelona que juró como ministro de Justicia encadena salidas de tono con errores de bulto ("ICO, ICO, ICO, Clos me va a hacer rico", gritan ya con júbilo entre brindis y entre canales).

En Administraciones Públicas, un economista inexistente deja paso al ama severa que nos ha puesto a dieta. En Sanidad, al ama severa la sucede un científico que jugaba a ser Dios, luego se especializó en levantar fondos con promesas incumplidas a los diabéticos y, por fin, encontró su verdadera vocación: alegrar los oídos de los poderosos; se merece el Nobel al sablazo y a la pelotilla. En Trabajo y cosas sociales, un estudiante esforzado ha regalado papeles para todos. En Agricultura se esconde una desconocida que sólo asoma para reventarnos la financiación en Europa.

En Cultura, la sucesora de Chiquito de la Calzada ha sido desplazada por un poeta: "Cómo quisiera no imaginar / a aquel que desconozco" –ha escrito, y lo suscribo. En Medio Ambiente, la supuesta entendida se ha revelado maestra Ciruela y nulidad verde. En Vivienda, cierta apparatchik del PSC, nido de sierpes, ocupa un ministerio sin competencias para prolongar una demencial propaganda: agencias de intermediación fracasadas, keli finder, minipisos y demás miniideas para miniministras.

Esto es lo que hay.

En España

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