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Juan Carlos Girauta

El ofensor del Defensor del Pueblo

Según Montilla, las víctimas mortales de la ETA extenderían su muerte, en forma civil, a sus deudos, inhabilitados de por vida para formarse juicios objetivos sobre casi todos los asuntos de gobierno.

Si el Defensor del Pueblo envía el estatuto catalán al Tribunal Constitucional, habrá que creer que ve razones para hacerlo. Su exposición ante la cámara no deja lugar a la duda: las ve, y muchas. Puede que luego los magistrados no compartan sus criterios y den por buena la pieza. Pero Múgica ve motivos de recurso. ¿Sí? Pues no.

Según Montilla, lo que mueve a su compañero de partido es el asesinato de su hermano a manos de la ETA. El candidato del PSC a la presidencia de la Generalidad y ex ministro de industria apunta a la incapacidad del ex ministro de justicia para desempeñar algunas de las competencias que acarrea su actual cargo, empezando por cualesquiera que atañan a las autonomías. Ese sería el efecto de que la ETA te mate a un hermano.

Sufriría Múgica un sesgo inevitable. La teoría de Montilla descalifica también, en pura lógica, al resto de las víctimas y de sus familiares para cualquier actuación pública o privada que roce cuestiones como el nacionalismo, la descentralización administrativa, la estructura de la justicia, la composición de los órganos del Estado o la representación internacional de España. Es decir, las víctimas mortales de la ETA extenderían su muerte, en forma civil, a sus deudos, inhabilitados de por vida para formarse juicios objetivos sobre casi todos los asuntos de gobierno.

El exigente concepto de legitimación de Montilla puede ser recto o torcido. Si es recto, con más motivo había que denunciar el sesgo de un ministro de Industria al ocuparse de asuntos que conciernen a quien le ha condonado una deuda multimillonaria. O la imposibilidad de sustraerse al resentimiento social e intelectual de un eventual presidente autonómico que carece de estudios y que ignora los mínimos del idioma catalán (en esto es bastante bilingüe).

Pero si su concepto es torcido, entonces comete un segundo atentado. Primero llega el terrorismo y siembra de muerte los círculos donde se mueve su enemigo. Luego llegan los infames a negar validez a los actos políticos de los deudos, presentándolos como contaminados de por vida. Resumo: si es recto, que Montilla retire su candidatura y entone un mea culpa por su actuación en la OPA sobre Endesa; si es torcido, su cultura es mayor que su moral.

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