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Juan Carlos Girauta

Esperando la protesta de Piqué

Es decir, que no son los nombres de Blanco, Rubalcaba y Gabilondo los que nos recuerdan la campaña de manipulación concentrada, la agitación, la violencia desbordándose, el acoso a un partido, las consignas, la ira

¿Cómo iba él a adivinar que el PSOE y Prisa aprovecharían sus declaraciones para debilitar al PP? Habló de buena fe, y hay que ver la sorpresa que se llevó al conocer la reacción de Rajoy. No imaginaba que Blanco, un tipo sin malas intenciones, entraría al remate, que la SER encontraría su material preferido, que Rubalcaba abandonaría su proverbial inocencia, que El País, en fin, publicaría algo tan terrible como lo que Pilar Marcos puso el domingo en su boca en el artículo “Jaque a la cúpula del PP que gestionó el 11 M”.
 
Piqué protestará, claro, ejercerá su derecho de réplica, dejará claro que nunca ha pronunciado las palabras que El País le atribuye, entrecomilladas, sobre Acebes y Zaplana: “hablen de lo que hablen su imagen rememora el crespón negro y todo lo demás” porque son la “imagen pública” de la “gestión política de esos días”. Esos días son, nos aclara Pilar Marcos, “tres días de marzo de 2004, del 11 al 14”. Y aunque eso son cuatro días, así lo cuenta la periodista que entrecomilla a Piqué. Entrecomillar es una cosa muy seria; significa que el líder popular catalán ha dicho textualmente que la imagen de Acebes y Zaplana, hablen de lo que hablen, rememora el crespón negro y todo lo demás.
 
Lo peor es “todo lo demás”. El crespón negro es una atribución de lo fúnebre a sus compañeros. Tan injusta, lamentable y gratuita que tiene que ser falsa. Si la imagen de Acebes y Zaplana le sugiere a alguien crespones negros, ese alguien está enfermo. Significaría que no hay que dar la cara ante las tragedias, so pena de quedar anulado para el futuro, perseguido por las mariposas del cementerio, por la sombra del ciprés, por el crepitar de los ataúdes. Significaría que hay que dejar que otros se adentren en el túnel oscuro. Piqué lo desmentirá.
 
Lo peor, sí, es “todo lo demás”. Es decir, que no son los nombres de Blanco, Rubalcaba y Gabilondo los que nos recuerdan la campaña de manipulación concentrada, la agitación, la violencia desbordándose, el acoso a un partido, las consignas, la ira, la inculpación de un gobierno democrático por unos atentados terroristas, la rendición, el golpe posmoderno, el Aznar asesino, esto nos pasa por un gobierno facha, la paz civil a punto de quebrarse, la sobredosis de injuria y de mentira de “esos días”. Es decir, que no son los socialistas ni sus socios separatistas, comunistas y mochileros, ni El País ni la SER los que nos recuerdan el apagón informativo, la traición a los aliados, el bloqueo a la comisión de investigación, las acusaciones de imprevisión (cuya injusticia se habrá hecho nítida a los más cerriles tras los atentados de Londres), la dulcificación de ETA (ETA no haría una cosa así, ETA siempre avisa) que, mira tú por dónde, venía propiciada por contactos previos. No. El hedor de la cloaca del “todo lo demás” le alcanza a uno cuando ve a Acebes y a Zaplana. Piqué no puede haber caído tan bajo, Piqué no es un traidor.

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