Menú
Juan Carlos Girauta

Líderes

La insistencia habrá de ir acompañada de algo que esos personajes obviamente poseen: un plan decidido, claro e inamovible, una agenda inalterable. Y a ver quién gana el pulso

Es increíble lo que se puede llegar a conseguir combinando la cortedad de miras con las estrategias de masas, los discursos planos con las tácticas de gabinete, la pobreza intelectual con los equipos. Un rasgo de la nueva era política española es el imparable ascenso de líderes repetitivos, apenas capaces de articular cuatro ideas-fuerza pero maestros de la manipulación sentimental. Así Zapatero, Ibarretxe, Carod, la emoción barata siempre a punto, campeones del pensamiento débil y la palabra huera. Están ganando porque conectan a la perfección con los suyos mediante mecanismos que tienen que ver con dinámicas y con fuerzas ciegas, del mismo modo que corre la electricidad.
 
Los nuevos líderes se relacionan muy mal con la verdad, hecho de profundas consecuencias: es desconcertante lo inútiles que resultan las críticas de sus adversarios. Inutilidad que se explica en parte por lo difícil que le resulta a la gente seria discutir con emisores de frases de diseño que eluden la interacción de las ideas. Los nuevos líderes se concentran en algo diferente: ponen todo su empeño en la consecución de una agenda secreta que es ajena o contraria a las reglas del juego constitucional. Políticos de sólida formación y experiencia se estrellan una y otra vez con ellos, es decir, con la imposibilidad de discutir un eslogan o de hacer valer la lógica formal con mercaderes de pasiones colectivas. Los mínimos éticos, como el respeto a la verdad, han desaparecido, de ahí la impunidad con que defienden sin disimulo el cierre de la Comisión del 11-M cuando las peores sospechas los persiguen.
 
Hasta el momento, a Zapatero, Ibarretxe y Carod les han fortalecido las críticas. En Cataluña ha sido imposible que se acepte algo tan sencillo como esto: si trazas una línea en el mapa señalando dónde no se puede matar esa misma línea señala dónde sí se puede matar. En el País Vasco va a ganar las elecciones alguien que sigue rentabilizando la equidistancia entre el terror y la legalidad democrática, que reestrena para la campaña la película de las dos orillas: de un lado los constitucionalistas y de otro Batasuna. Los años y la insistencia no han bastado para que la mayoría de los vascos rechace la simetría víctimas-verdugos.
 
Por eso el tiempo de ganar el lenguaje ya pasó. Fue una lucha importante y necesaria, y llegó a transformar para bien a cuantos aplicaron la buena fe en el análisis político. Pero hace ya mucho que se convenció al último. Insistir en lo mismo como única estrategia no sirve de nada. Hace falta algo más. La insistencia habrá de ir acompañada de algo que esos personajes obviamente poseen: un plan decidido, claro e inamovible, una agenda inalterable. Y a ver quién gana el pulso.

En España

    0
    comentarios