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Juan Carlos Girauta

Planes frustrados

El PSOE y sus mariachis habían concebido la Comisión de Investigación del 11-M como un tribunal de la Inquisición. Una cosa civil, no se vayan a creer, pero fundada en una misma aberración, la causa general.

El PSOE y sus mariachis habían concebido la Comisión de Investigación del 11-M como un tribunal de la Inquisición. Una cosa civil, no se vayan a creer, pero fundada en una misma aberración, la causa general. El gran proceso contra el PP. En un estado donde se guardan las formas la causa general no podía ser judicial, al menos hasta que acaben de descuartizar a Montesquieu, así que sería un proceso político. En la Comisión y con las conclusiones establecidas de antemano. Una venganza bajo los focos y ante los micrófonos, sustituyendo la calle por las salas alfombradas y los óleos. Ceremonial parlamentario para una ejecución civil, alegría de conspiradores, pasmo de ujieres.
 
El PP era responsable genérico “por meternos en la guerra de Irak”. Y en el aplacado fragor de un desquite revolucionario con sordina, la Comisión demostraría que Aznar quiso explotar electoralmente los atentados, organizó la manifestación del día 12 en provecho propio, ocultó informaciones vitales a la opinión pública, mintió a través de Acebes en las ruedas de prensa, ignoró el Pacto contra el Terrorismo en una imperdonable deslealtad hacia Zapatero, intoxicó a directores de diario, jugó con las informaciones del CNI y violó la jornada de reflexión poniendo a Rajoy ante las cámaras. Los mariachis, mayormente centrífugos, aplaudirían como locos liberando tanta inquina acumulada contra el ogro español del bigote, y aquí paz y después gloria.
 
Dejando de lado que los atentados se idearon antes de la crisis iraquí y que España no participó en la guerra, quién les iba a decir a los inquisidores que nada borraría sus llamamientos tempranos para que los atentados no alteraran el voto, ni su rápido cambio de opinión por puro interés electoral. Que las manifestaciones del día 12 habían dejado una impresión de sorda y oscura organización paralela. Que la cuestión sería cuánto ocultaron los socialistas al gobierno legítimo de la nación. Que tras escuchar a Acebes y a Aznar ningún analista serio sostendría la mendacidad de su gobierno y que al final la atención se centraría en las relaciones peligrosas de los socialistas. Que el gobierno accidental incumpliría flagrantemente el Pacto contra el Terrorismo entre indicios de negociación con ETA. Que trascendería la llamada de ZP al director de, al menos, un diario para contarle el cuento del terrorista depilado con tres calzoncillos. Que se extendería la sospecha de que el CNI sirvió informaciones clave a la oposición mientras se las ocultaba o retrasaba al gobierno. Que la sola mención del 13-M equivaldría a masiva violación de la jornada de reflexión por espontáneos manifestantes clónicos. Así no hay forma de montarle una cause general a nadie. Salvo que, como ya está haciendo la gente, se la monten a los socialistas. Ellos inventaron el juego, buena suerte.

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