Menú
Juan Carlos Girauta

¿Qué memoria?

Si se embarcan en la falsificación del ayer con el único fin de reforzar hoy su visión maniquea de la realidad, lguien acabará pidiéndoles explicaciones por Paracuellos, las checas, los incendios sacrílegos, las detenciones irregulares, las torturas...

Llamazares está haciendo grandes méritos para alzarse con el título de campeón nacional de la mentira, hasta ahora muy reñido entre Rubalcaba y Blanco. Dice el jefe de los criptocomunistas, los neototalitarios y los fundamentalistas verdes que los que hicieron la República son los mismos que hicieron la Transición. No sabía yo que la República la hubieran hecho los franquistas, pues no otros fueron los artífices del actual sistema, al que las izquierdas se sumaron una vez puesto en marcha por Suárez y demostrado el apoyo masivo de los españoles.

Cuando Franco se alzó contra la República en julio del 36, ya lo habían hecho antes casi todos los partidos que apoyaron al Frente Popular. Al crearse la coalición, siguiendo los planes moscovitas, nada parecido quedaba en España a un régimen de libertades. De hecho, los contenidos garantistas de la Constitución del 31 apenas estuvieron vigentes debido a la Ley de Defensa de la República y a la arbitrariedad de los gobiernos de izquierda. Pero Llamazares no va por ahí. Lo que intenta el doctor Habana es trazar un delirante paralelismo con los tiempos actuales tras mistificar, torcer y simplificar el pasado hasta la caricatura.

No se sabe si en su farsa tiene más importancia la anacronía o la falsedad. Su aquelarre ilegal con la bandera tricolor, por ejemplo, constituye, aunque él lo ignore, un homenaje póstumo a Alejandro Lerroux. Podrían nuestros progres limitarse a defender para la España del siglo XXI un régimen republicano, y muchos estaríamos de acuerdo. Pero no. Exigen la institución de una amarga patraña, el establecimiento de una torpe ficción. Ahí está la desmesura de presentar a los comunistas de los años treinta como defensores de la democracia. Puede que el PCE se civilizara a finales de los setenta, pero colgarle una medalla a estas alturas al partido perrunamente estalinista de José Díaz y la Pasionaria por promover la democracia y la libertad es una barbaridad que sólo apoyará quien no hayan abierto jamás un libro de historia contemporánea.

Desde luego, si a alguien se debe que la Segunda República fuera el fiasco que fue, y que acabara como acabó, es a formaciones políticas como el PSOE, ERC o el PCE. Han decidido defender su memoria. Adelante. Pero si se embarcan en la falsificación del ayer con el único fin de reforzar hoy su visión maniquea de la realidad, si se visten de Largo Caballero, de Prieto, de Companys y del Campesino (Carrillo ya vuelve a ir disfrazado de Carrillo), alguien acabará pidiéndoles explicaciones por Paracuellos, las checas, los incendios sacrílegos, las detenciones irregulares, las torturas, los paseos, los golpes socialista y separatista del 34. Con lo tranquilitos que estaban los fantasmas encerrados en los libros, y ellos dale que te pego con el coñazo de la memoria. ¿Qué memoria? ¿Estuvieron ahí? No. Entonces la memoria operará sobre lo leído. Llamazares, Rodríguez, Tardà: empiecen leyendo algo.

En Sociedad

    0
    comentarios