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Juan Carlos Girauta

Ya está de más

Artur Mas es historia, y los medios del oasis así lo explicarán en el justo momento en que Montilla invierta lánguidamente el pulgar.

Artur Mas no ha dimitido por la presunta pirula fiscal del padre. Sin embargo, está fatalmente tocado, aunque es posible que él mismo no lo sepa. La estrella Borrell se apagó por bastante menos. Cierto es que en Matrix cabe ignorar sine die la fea verruga en la punta de la nariz de la bella. También se puede reprogramar al personal y trocar una mancha en timbre de orgullo, o convertir la justa denuncia de un abuso en reprensible vileza. Recuerden la Banca Catalana.

Pero, para desgracia de Mas, las circunstancias no son las de entonces. CiU ya no es dueña del imaginario, carece de poder efectivo, el futuro no le pinta bien, ha perdido su tupida red clientelar porque estas cosas hay que regarlas a menudo, y ahora quien riega se llama Montilla o se llama Carod. Y desde noviembre de 2003, el PSC y los independentistas están conjurados para dejar en los huesos a Convergència, a ser posible, con la colaboración de Unió, siempre dispuesta a practicarle una buena succión al socio que de antiguo parasita.

Podrá callar la prensa que el jefe de la oposición está desnudo. Podrá no dar la noticia, omitir la lista de Liechtenstein. No importa. Artur Mas ya está en manos de los socialistas, que vuelven a manejar los resortes del Estado con el sentido de la oportunidad y con el sentido instrumental y patrimonial que caracterizaron los años ochenta. Ahora sin contrapeso en la Plaça de Sant Jaume, mandada en ambos lados por un PSC capitaneado a su vez por el más fuerte en plaza: el temible y eficacísimo apparatchik José Montilla, honorable presidente de la Generalitat, señor de un partido que roza la mitad del voto catalán, aliado estratégico de la Esquerra, repartidor último de las subvenciones a la prensa, dueño del DOG (el BOE catalán), comisario máximo de las cacicadas del CAC, gran capitán de los batallones populares del Baix Llobregat, impasible, paciente, pétreo. Y blindado. No deja más flanco descubierto que aquel que puede perder al atacante: su origen, su catalán precario, su nombre de pila sin catalanizar. ¿Va CiU a hacer oposición desde el racismo?

Artur Mas es historia, y los medios del oasis así lo explicarán en el justo momento en que Montilla invierta lánguidamente el pulgar. Lo que sucederá, por ejemplo, si tras una sentencia del Constitucional adversa al Estatut, el hijo de Arturo Mas se quiere subir a la parra del referéndum, de las elecciones anticipadas o de cualquier otra capitalización de un descontento que él mismo viene atizando de forma preventiva.

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