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Juan Carlos Girauta

ZP en TVE

Embriagado por su locuacidad de jefe de ventas, se recrea ya en la paradoja: “Los procesos de autogobierno pueden reforzar España”, o bien “La devolución de los papeles de Salamanca avanza en el buen entendimiento de un proyecto común”.

Nota en la gente un deseo de que las cosas le salgan bien al gobierno, siente que la sociedad tiene muchas ganas de colaborar con él. Y de esta primera inversión de roles podría colegirse el resto, la jacarandina del encantado de conocerse. Enseguida el mensaje a la oposición: que deje de ser esclava del pasado. Nueva inversión, es él quien toma el pasado como pauta: derogar cuanto el PP reguló o levantó; él quien organiza el festival de la memoria histórica, quien derriba un caudillo de bronce, cuartea archivos, enaltece matarifes y amenaza con millardos de revisiones judiciales.
 
“Con el dinero que tienen los países occidentales, pueden erradicar la pobreza”. ¿Cómo? No lo cuenta, abunda en la inculpación colectiva de Occidente al modo adolescente o guerrillero. Ni una palabra sobre lo que los países pobres pueden, deben hacer por sí mismos, sobre respetar la ley y la propiedad privada, sobre registros públicos fiables, fin de la corrupción, justicia independiente, apertura al comercio. Nada dice o nada sabe.
 
En lo económico larga alguna trola, las inversiones extranjeras caen menos en España que en el resto de Europa. No reconocer la herencia recibida le desacredita. Da datos de amateur, de economista súbito: está orgulloso de que España sea, después de Grecia, el segundo país que trabaja más horas. ¿No le dice nada ese liderazgo griego?¿Conoce el concepto de productividad? ¿Qué pasa si aumentamos los inputs –las horas están en el denominador– y no aumentan los outputs del numerador? Déjelo, presidente.
 
Reivindica el Pacto Antiterrorista tras hacerlo añicos. Su esencia, subraya, es sacar la lucha contra el terrorismo de la confrontación electoral, no hacer partidismo con el terror. Nadie en el plató apostilla “como ustedes el 13 de marzo”; nadie en el plató le pregunta cuándo condenará los ataques a las sedes. Aparece, enlatado, Labordeta elogiando su “capacidad de no responder violentamente a la violencia del PP”. La violencia y la mentira, que ZP denuncia con insistencia de autómata: “Entre el 11 y el 14-M, el gobierno no dijo la verdad a los ciudadanos de este país”. Me siento como el protagonista de La invención de Morel.
 
Embriagado por su locuacidad de jefe de ventas, se recrea ya en la paradoja: “Los procesos de autogobierno pueden reforzar España”, o bien “La devolución de los papeles de Salamanca avanza en el buen entendimiento de un proyecto común”. Había un juego infantil parecido, qué calor hace, dame un abrigo. Su vehemente llamada a acabar con “la demagogia de las banderas y las lenguas” irá por sus socios. ¿Quién se dedica a vejar, esconder, robar o quemar la bandera “del enemigo”? ¿Quién trata de imponer el monolingüismo?
 
“Ha sido una entrevista espléndida”, resume Trini con emoción y timbre decheerleader. En efecto, de algún modo oscuro, lo ha sido.

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