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Juan Manuel Rodríguez

A Camacho no se le cae España de la boca

El debut del sueco no pudo ser más tranquilo; feliz debe estar ahora el bueno de Sven tras encontrarse enfrente con una selección española adocenada, rota y huidiza, temblorosa ante la peor Inglaterra que uno acierta a recordar. Presenciando el bodrio de Birminghan, un compañero nos espetó a los "anti-Clementistas" lo siguiente: "¿Y ahora qué?... Si estuviera el otro en el banquillo bien que le daríais estopa ¿no?". Y tenía razón. Su razón, al menos. La suya particular e intransferible puesto que, como decía mi abuelo, "de fútbol y medicina, todo el mundo opina". Y eso es bueno ¿no?

Estuve en las trincheras contra Clemente sólo mientras éste entrenó a nuestra selección. Y eso no se debió en absoluto a los malos resultados deportivos que, a pesar de la publicidad de su coro profesional de "palmeros", se siguieron produciendo con el vasco en el banquillo. Nunca entendí cómo un "peneuvista" confeso (que le pregunten si no a Isabel San Sebastián por ello) podía dirigir al equipo nacional español. Aquello resultaba más kafkiano incluso que la historia del infortunado Gregorio Samsa, transformado de la noche a la mañana en un monstruoso insecto. Entendí –y sigo entendiéndolo así– que el cargo de seleccionador nacional implicaba un consenso que nunca se produjo con la figura de Javier Clemente; por otro lado, éste nunca hizo el más mínimo esfuerzo por comprender y ser comprendido. Y, claro, pasó lo que pasó. España, rota en dos mitades, y algunos aficionados deseando la derrota de la selección para que echaran al entrenador.

Después de su cese (porque fue eso, un cese), Javier ha entrenado al Betis, a la Real Sociedad y ahora trabaja en Francia. Fenomenal. Es dinero privado, y cada uno lo invierte donde quiere. Pero... ¿dinero público para promocionar a Clemente Lázaro?

A mi compañero le recomendaría la lectura de Clemente, la discordia nacional (Editorial Temas de Hoy, 1996). Por ejemplo, unas declaraciones suyas al diario El Mundo y que vienen recogidas en la página 57 de dicho libro: "Arzalluz tenía razón en lo del Rh. Él dijo que los primeros vascos tenían el Rh negativo, pero no los de ahora. No hace falta tenerlo para ser vasco". O estas otras efectuadas a El País: "Los vascos somos una raza. Tenemos características de raza. Somos diferentes y cualquier persona inteligente lo admite".

Así aguantamos seis años. No hubo debate futbolístico porque antes no se produjo el otro, el necesario debate social. Ángel Villar impuso al seleccionador. Este jueves un diario titula así: "Igual que con Javi"... ¿Igual? Nada es igual, todo es distinto; ganaremos o perderemos, pero a José Antonio Camacho no se le cae España de la boca. Y ahora hablemos de fútbol.

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