El lunes, veinticuatro horas después de que la selección española hubiera quedado eliminada de la Eurocopa de Portugal, expresé en "El Tirachinas" mi opinión de que la presión popular se haría insoportable para Iñaki Sáez si éste no presentaba su dimisión o ponía su cargo a disposición del presidente Ángel María Villar. Rafa Alkorta, comentarista de la Cadena COPE, me dijo entonces: "¿Qué pasa, que ahora va a resultar que decide la calle?"... Naturalmente que decide la calle, y no sólo en un asunto tan lúdico como el del fútbol, un juego al fin y al cabo, sino, por ejemplo, a la hora de elegir al mismísimo presidente del Gobierno. Parece que Sáez, después de su bochornosa rueda de prensa del martes, se ha dado cuenta de eso veinticuatro horas después poniendo su cargo a disposición de Villar. Todo hace prever que el presidente de la Federación, quien ha desconvocado la rueda de prensa del jueves sustituyéndola por una Junta extraordinaria prevista para el próximo viernes, soltará lastre después de las durísimas críticas recibidas por el seleccionador.
La cuestión es de matiz porque una cosa es poner el cargo a disposición de la Federación y otra bien distinta es presentar la dimisión. Esto último sería lo más digno, pero de la otra forma lo que hace Sáez es situar ahora estratégicamente la pelota en el tejado de la Federación. ¿Habría intervenido sólo la opinión popular para este cambio de opinión por parte del entrenador?... Yo creo que no. Villar, que lleva absolutamente mudo tres meses, no ha querido dar la cara por su gente y tampoco ha defendido a su seleccionador; posiblemente Sáez -o quién sabe si su círculo más cercano de asesores- se haya apercibido de ello y, con unas elecciones a la presidencia en ciernes, pretenda colocarle en la tesitura de tener que tomar una decisión.