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Juan Manuel Rodríguez

Ahora el cobardica es San Héctor

Parece que yendo a la yugular de Héctor Cúper los “fantasmas de Mestalla” hayan conseguido lo que pretendían desde el principio: la cabeza de Pedro Cortés. Si el presidente del Valencia cumple su palabra, se marchará cuando finalice la actual campaña. Y hará bien además porque ¿quién logrará clasificar (de momento y a la espera del partido en Milán) al club para dos finales consecutivas de la Champions League? Viendo la patética situación por la que ha atravesado Cúper –porque el martes todo eran orquesta, coros y danzas– recordé el encuentro del año pasado entre el Manchester y el Real Madrid. ¿Me permiten que abra un enorme y abusivo paréntesis? Trataré de explicarme y ahora vuelvo al asunto en cuestión.

En Old Trafford faltaban un par de minutos para que el árbitro pitara el final y el equipo de Fergusson estaba irremediablemente eliminado. Si alguien que hubiera llegado tarde pusiera en ese instante el televisor habría pensado que el Manchester ganaba por goleada porque el campo era una fiesta, un jolgorio, una orgía sentimental. Los hinchas ingleses querían transmitir con su actitud que el apoyo a su equipo no dependía de un resultado; su filiación era innegociable y su solidaridad permanente. Allí no había ni trampa ni cartón. Los ingleses, que para otras cosas no son precisamente un modelo para la imitación, sí poseen sin embargo un toque de distinción que los diferencia de los demás. Pagan su entrada como el resto de aficionados del mundo y es posible que hasta pretendan recibir un bonito espectáculo a cambio, pero al final siempre les puede el corazón. Cierro el paréntesis.

Este martes había multitud de aficionados rodeando el campo del Valencia, pidiéndole a Cúper que siguiera. Pero el martes ya era tarde. Ahora que se ha convertido en el “hombre milagro” quieren sacarle en procesión y enseñarle sus ropas a los turistas, pero ya no hay tiempo. Entre ese enjambre de “cuperistas” confesos se encontrarían también los que llevan llamándole cobardica desde que arrancó la temporada. Imitando el ejemplo de los “hooligans” del Manchester, el apoyo de los valencianistas a su equipo no tendría que depender de una victoria sobre el Leeds o de otra final europea. Lo primero, en dicho caso, sería afición; lo segundo una inversión pura y dura, algo así como adquirir letras del tesoro deportivo.

Me gustará comprobar cómo se va Cúper y cómo se “vende” en el futuro su marcha. Los palaciegos y sus palmeros tendrán su recompensa aunque el Valencia haya perdido a uno de los mejores entrenadores del mundo. Hoy le quieren convertir en San Héctor mientras que ayer le buscaban las cosquillas. Quienes piensen que “el fútbol es así” se equivocan. Y si no, que saquen una entrada para ver un partido en el “teatro de los sueños”.

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