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Juan Manuel Rodríguez

Ajedrez: pequeños diablillos

No sé ustedes, pero nosotros de pequeños, pobres infelices, íbamos por la noche a pasar miedo al cementerio. Aquello se convertía en una santa compaña de edición de bolsillo, todos en fila india y en silencio sepulcral. Cualquier "clic" era motivo más que suficiente para que aquella formación infantil y en principio solidaria saltara por los aires hecha añicos, y eso que todo estaba hablado y organizado con anterioridad. Con el tiempo uno aprende que los que realmente tienen que preocuparte son los vivos, los espabilados con los que te toca convivir porque para "conmorir" cualquier momento es malo. Y digo que nosotros éramos unos pobres ignorantes porque hoy, en plena era de la globalización, ya no hay niño a quien asuste un aburrido cementerio. Ni un coco. Ni siquiera un ogro. Hoy con quince años saben latín y griego, y si no que se lo pregunten al mejor ajedrecista del mundo.

Gari Kasparov, conocido como el "ogro de Bakú", llegaba al prestigioso torneo de Linares como la estrella en la que realmente se ha convertido. Enfrente tenía otro jugador, el azerbaiyano Teimour Radjabov, un diablillo de tan sólo quince años que había logrado la proeza de convertirse en maestro del ajedrez a la edad de 14 años y 14 días. El hecho es que al pequeño Radjabov no le asustaron ni el oropel ni la fama de "come niños" del gran Kasparov de quien dio buena cuenta en la segunda ronda del campeonato jiennense. El "ogro" salió escopetado de la sala, eludiendo, como suele ser habitual, analizar para el público los movimientos de la partida.

Tengo delante de mí una fotografía del ucraniano Sergey Karjakin al lado, ¡cómo no!, de un tablero de ajedrez. El caso es que Sergey logró el galardón de gran maestro en el torneo cerrado de Alushta, un categoría VIII de la FIDE, donde obtuvo 9.5 puntos en 13 partidas. El campeón Ruslan Ponomariov (quien, por cierto, se convirtió en gran maestro a la edad de 14 años y 17 días) se llevó al pequeño Karjakin como su segundo oficial al último campeonato del mundo donde venció a Vassily Ivanchuk.

Muy atrás queda el record logrado en su día por Bobby Fischer, quien consiguió convertirse en gran maestro a los 15 años, 6 meses y 1 día. El diablillo Karjakin lo consiguió a los 12 años y 7 meses. Y uno de esos –el pequeño Radjabov– fue quien el otro día le tocó en suerte al experimentado Kasparov, el genuino "ogro de Bakú". Y es que con estos chavalitos ya no hay brujas ni ogros que valgan. Con un sólo movimiento te dejan frito.

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