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Juan Manuel Rodríguez

Aquel regate a Billy Wright

Aproximadamente treinta años antes de que Diego Armando Maradona dejara sentado con aquel regate seco al bravo Juan José en el estadio Santiago Bernabéu, Ferenc Puskas, el "comandante de Galloping", reconvertido después con el paso de los años en el entrañable "cañoncito pum", hizo lo propio con Billy Wright, una de las glorias nacionales del fútbol inglés, en la mismísima catedral de Wembley. Corría el año 1953, e Inglaterra no había perdido nunca en su propio terreno de juego. Llegaba la temible orquesta húngara, encabezada por el que luego sería jugador del Real Madrid. El 3-6 que reflejaba el marcador al final de los noventa minutos conmocionó el mundo, y Puskas se inventó un regate que aún hoy, en blanco y negro, sigue paseándose por los vídeos de los buenos aficionados. ¿Cómo lo explicaría yo?... Ferenc llega a la línea de fondo, pisa el balón con la izquierda (¡vaya obviedad!), lo esconde, sienta a Wright, sale del regate y dispara. Un gol sencillamente perfecto, aunque muy mal explicado. Hay que presenciarlo, no leerlo. "Nunca habíamos visto ese regate", le decían a Puskas al finalizar el partido: "¡Toma, ni yo tampoco!"

Mi padre me contaba que Puskas y Di Stéfano tenían un curioso pique. Cuando terminaba el entrenamiento, se quedaban sobre el campo para averiguar quién lograba pegar más veces con el balón en la cruceta de la portería. Uno, dos, tres... Era espectacular porque ambos futbolistas tenían un guante de seda en la bota. Con 31 años, nadie se atrevía a fichar al mejor jugador húngaro de todos los tiempos. Era demasiado mayor, y Puskas tuvo un problema (hoy fácilmente reconocible) como deportista profesional: su innata tendencia a engordar. Santiago Bernabéu asumió el reto: "Tú preocúpate sólo de perder unos cuantos kilos", cuentan que le dijo el presidente del Real Madrid. El resto es historia. Y de la grande. Ferenc Puskas formó parte de aquel equipo mítico, y obtuvo dos Copas de Europa como futbolista.

Este 2 de abril cumple 75 años. Y aquel regate suyo al gran Billy Wright sigue mostrando mejor que cualquier otra cosa el fútbol que representó durante tantos y tantos años. El viejo Puskas lo explica con una gracia natural y una sencillez al alcance de muy pocos: "me vine por aquí, le hice así y ya está". ¿Ya está?... Si los aficionados ven hoy en día uno de esos "ya está" se dan con un canto en los dientes, y dan por bien invertido el dinero que pagaron por la entrada. Puskas sigue siendo el mejor. Y no me atrevería a asegurar que Maradona, para dejar clavado al pobre Juan José, no viera repetido varias veces aquel Inglaterra, 3 — Hungría, 6, que dio la vuelta al mundo. Y aquel regate que Ferenc vio, como el resto, por primera vez en su vida.

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