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Juan Manuel Rodríguez

Ass, por votación popular

Kevin Keegan ha sido la última víctima deportiva del mítico Wembley; tras 77 años de historia echa el cierre para convertirse, allá por el 2002, en uno de esos estadios en los que uno pueda tomarse un té o una pinta mientras jalea los goles de Alan Shearer. Keegan, que como futbolista fue letal, reconoció que no daba la talla y que no poseía el conocimiento suficiente para dirigir a la selección inglesa... Desde el sábado se ha abierto un debate nacional al respecto: ¿Quién debe sustituir a Keegan?... ¿Por qué no contratar a un técnico extranjero?... ¿Debe la Federación recurrir a Howard Wilkinson, actual entrenador de la sub-21?

Además del debate, ha sucedido algo típicamente británico: se cruzan apuestas, y se vota en los periódicos sensacionalistas como "The Sun". Según los afligidos lectores de este último diario, Jack Ass es el candidato ideal por delante de Aime Jacquet, Peter Taylor o Terry Venables. Incluso aparece en la portada del diario, con la cabeza gacha y no demasiado convencido; delante de él: un balón. La tarea no es desde luego sencilla porque los ingleses, después de inventarlo, no hacen más que pasar las de Caín con el fútbol.

Debe ser que los "hooligans" están hartos de divos, estrellitas e intocables porque a la hora de resaltar algún valor de Jack Ass hablan de su sobriedad, su seriedad a la hora de llevar cargas pesadas. Los aficionados quieren que Ass dirija a la selección ante Finlandia, y ahí se van a topar con un pequeño inconveniente. Va a ser muy complicado que el elegido diga "sí" a la oferta federativa, si finalmente llega. En realidad será difícil que diga "sí", "no" o cualquier otra cosa porque, aunque es capaz de emitir sonidos, Ass no sabe inglés. Vamos, ni inglés, ni francés, ni español, ni siquiera esperanto.

Jack es un burro, un pollino, un asno. En Mijas sería empleado como taxi, cuesta para arriba, cuesta para abajo, terroncito de azúcar del dueño para endulzarle la vida. En Londres quieren que ocupe un cargo de responsabilidad. Esa sí que es una democracia integradora, sí señor.

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