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Juan Manuel Rodríguez

Barça, un proyecto torcido

El Real Madrid tiene una pésima salud de hierro. Cualquier otra empresa en sus circunstancias (46.000 millones de deuda según las estimaciones de sus actuales gestores) habría echado el cierre y puesto a la venta el solar. Y sin embargo el club sigue adelante, e incluso superó en su momento la amarga experiencia de ser presidido por Ramón Mendoza (que es como el huracán "El Niño", pero en directivo). Si tras todo ello el club sigue adelante podemos asegurar que es eterno, indestructible, impermeable.

Por otro lado, el Barcelona presume de tener una economía sin fisuras y de constituir un modelo de moderna empresa deportiva. Es cierto. El Barça, por muchos motivos, sigue siendo más que un club pero las crisis le bandean como si se tratara de una casita de papel.

Ya no se habla de sustituir al presidente porque Gaspart acaba de ganar las elecciones, pero en las últimas horas -vinculados con el club azulgrana- han aparecido los nombres de Lippi, Menotti, Saviola, Aimar, Riquelme, Owen y hasta ¡Johan Cruyff!

La herida abierta de un Barcelona que no funciona, que tiene en la quilla a Serra Ferrer, que ha probado cuatro sistemas distintos en otros tantos partidos, no puede cerrarse mirando de soslayo a la economía del Real. Eso ya no engaña a nadie. Sobre todo si tenemos en cuenta que un Madrid en bancarrota ha fichado mejor que un Barcelona millonario.

En las últimas tres temporadas el Real ha conquistado dos Copas de Europa, y un Barcelona con una organización inmaculada y un balance espectacular no se ha comido un colín. La asignatura pendiente de los culés sigue siendo la Champions League, y en Canaletas ya no pueden ni siquiera hablar del "blanco y negro" del Madrid. Eso es historia.

La cabeza de Serra Ferrer está en lo alto de la cucaña; cuándo y cómo le revienten al mallorquín la cabeza lo sabremos con el tiempo. El primer proyecto de Gaspart habrá nacido, así, torcido desde el primer día. Y mientras el Madrid -que no pierde con Del Bosque- seguirá su camino hacia la novena; arruinado, pero hacia la novena. Y luego, que venga Lippi a arreglarlo.

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