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Juan Manuel Rodríguez

Bienvenido el psicólogo arbitral

Nada más llegar al Real Madrid, Benito Floro, el "Sacchi español" (¡menuda chorrada!) empezó a grabar los entrenamientos con una cámara de vídeo y contrató los servicios de un psicólogo -Emilio Lamparero creo que se llamaba- para trabajar con la plantilla. Acabé por llamarle el "psicólogo del limón" porque les reunía a todos y les hacía saborear un limón imaginario. Luego, según testigos presenciales, les desnudaba y les hacía cantar villancicos. ¿Se imaginan haciendo lo mismo a Luis Aragonés o Héctor Cúper? Item más: ¿Se imaginan a Chendo, desnudo, cantando "El tamborilero"? Floro tenía un problema: andaba más preocupado de revestir sus entrenamientos de una falsa modernidad que de ordenar correctamente a sus futbolistas sobre el terreno de juego. A Benito le obsesionaba el fuero pero el huevo se lo comían otros. Luego pasó lo que tenía que pasar y el invento vanguardista del asturiano acabó en desastre total.

Sin embargo no soy contrario en absoluto a incorporar todas las herramientas posibles al trabajo diario con deportistas profesionales de élite. ¿Qué sentirá un árbitro cuando cien mil personas arremeten contra su señora madre? De ahí que el Comité Técnico haya pensado en incorporar un psicólogo para que trabaje con ellos a partir de la próxima temporada. El elegido ha sido justamente un ex colegiado, Manuel López Fernández, que fue asistente de García Aranda o Ansuátegui Roca y que estuvo presente en la Eurocopa de 1996.

Ya me estoy imaginando a Prados García o Muñiz Fernández leyendo "Psicología de las masas" de Sigmund Freud. Y es que si de algo carece el colectivo arbitral español es precisamente de eso, de mucha psicología. A lo largo de esta temporada hemos podido presenciar entradas salvajes que han pasado sin pena ni gloria, inadvertidas para el colegiado de turno; sin embargo un gesto, una tos a destiempo, incluso una mirada interpretada como aviesa, aceleraban el pulso del juez que desenfundaba la cartulina como Billy el niño debía hacer en el Far West con sus pistolas. No pienso que el árbitro tenga que convertirse en un tertuliano, pero entre sus obligaciones está la de comprender ¡la psicología! del jugador de fútbol.

La iniciativa de Victoriano Sánchez Arminio me parece interesante; habrá que dejar trabajar con tranquilidad a Manuel López. Su misión, como la de aquel sargento calvorota de la serie policíaca "Canción triste de Hillstreet", recordarles a cada minuto a sus compañeros aquello de "tened mucho cuidado ahí afuera".

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