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Luis Aragonés seguirá siendo entrenador del Atlético de Madrid hasta el próximo 30 de junio porque, como dijo el famoso "filósofo" estadounidense Groucho Marx, "existen tantas cosas más importantes que el dinero... ¡pero cuestan tanto!" Luis ha cobrado por anticipado toda su ficha correspondiente a la temporada 2002-2003 y, tras haber renunciado en su día al ofertón del Valencia, no estaba por la labor de ponerle las cosas fáciles a Gil y Gil. Por eso seguirá siendo entrenador del Atlético hasta el 30 de junio, y a partir de esa fecha los responsables del equipo madrileño (que podrían ser otros, dependiendo de lo que dictamine la sala primera de la Audiencia Nacional que preside el juez Siro García López) deberán buscarle un sustituto o, en su defecto, convencerle para que continúe.

Si el juez hace caso finalmente al fiscal Carlos Castresana, las acciones de Jesús Gil y de Enrique Cerezo –el 95% del total de la sociedad– serán incautadas para su posterior venta en subasta pública. Luis podría acabar trabajando entonces para "Coca Cola" o "Sony", vaya usted a saber. Si su señoría desestima la petición del fiscal y a Gil no le meten en la cárcel, Luis se marchará al Valencia o al Deportivo de La Coruña, y ante la familia Gil volverá a abrirse otra vez un amplísimo abanico de candidatos para sustituirle a lo largo de los cinco continentes. Gil despotricará otra vez contra el brasileño, holandés o marroquí de turno, y vuelta a empezar porque, con o sin marcapasos, la tendencia natural de la cabra es la de tirar al monte. Lo lleva en la sangre.

Desde la perspectiva exclusivamente deportiva la pregunta sigue siendo la misma: ¿hacia dónde se encamina este club histórico del fútbol español? La respuesta, con Gil en la presidencia, parece clara: a ningún sitio. Si hasta Luis Aragonés, que tiene tras de sí un historial atlético poco sospechoso, se queda retenido unos meses más con el único objetivo de no palmar pasta, el análisis que se puede realizar de la situación es más bien negro. Sabedor de que a Gil se le calienta la boca, el "trampero" le preguntó "¿usted cree que Otero, Santi y Carreras pueden jugar en este equipo?", y el dueño del Atleti entró a saco, como un elefante en una cacharrería. Porque en eso se ha transformado el Atlético de Madrid, en la cacharrería de Gil. Y ahora llegan Deportivo, Barcelona y Real Madrid. ¿Y Schuster?... De buena se libró el alemán, casi le llaman.

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