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Juan Manuel Rodríguez

Crónica de un cese anunciado

Día Mundial del Libro. 23 de abril. Nadie sabe cómo llegó un ejemplar de "Crónica de una muerte anunciada" a manos de Joan Gaspart, pero lo cierto es que el presidente del Barcelona no levantó la vista del ejemplar que uno de los 84 directivos dejó caer sobre su regazo. Cuentan que regresando de Pamplona, con la imagen aún fresca del esperpento culé ofrecido en El Sadar, Gaspart confundía al protagonista del Nobel colombiano –Santiago Nasar– con el entrenador en quien había depositado toda su confianza. Y Gaspart musitaba lo siguiente: “El día en que lo iban a cesar, Serra Ferrer se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba Carlos Rexach”... ¿Charli? Esa será la solución.

Al presidente le quedaban ya pocas agarraderas. Sus jugadores habían bajado clarísimamente el pulgar en el transcurso del partido contra Osasuna. Las autoexpulsiones de Simao, De la Peña y Sergi, dejando al equipo con ocho futbolistas sobre el terreno de juego, hablaban por sí solas. Y, sobre todo, la falta de respeto. Tras el 3-1, Miguel Angel Lotina se apresuraba a comentar que estaba seguro de la victoria ante el Barcelona. ¿Cómo es posible? ¿El Osasuna de Pamplona estaba convencido de darle un repaso al gigante culé? Eso acabó por encender a Joan Gaspart.

El fracaso de Serra es el de su presidente. Sin ánimo de hacer leña del árbol caído (en cualquier caso el del mallorquín seguirá siendo un “tronco” millonario) y sin pretensión alguna de aparecer como un ventajista, a Lorenzo le ha venido notablemente grande el club. No es ningún desdoro puesto que, antes que a él, les sucedió lo mismo a Bobby Robson, Venables o Van Gaal. El nombramiento de Serra Ferrer fue simplemente un “parche”, un agujero menos tras la marcha de Luis Figo al Real Madrid. Serra no dijo que no, como tampoco se negó a entrenar en su día Benito Floro al equipo merengue. El error fue de quien tuvo la osadía de ofrecérselo.

Gaspart se ha dado perfecta cuenta de que si seguía sosteniendo en solitario a Serra se le podía venir encima el tinglado. El próximo sería él, puesto que ese pacto anti-natura con todas las familias barcelonistas (ver a Joan Castells y Ángel Fernández en la misma junta hace daño a la vista) comenzaba a resquebrajarse. Ahora se recurre a Carlos Rexach, el “poli bueno” llamado a instaurar el orden a base de mucha mano izquierda y algún pequeño retoque táctico. Su misión es la de asegurar la Champions para la próxima temporada. Y si le sale bien, lo mismo se queda en el club como ya le sucedió a Vicente del Bosque. Por lo menos sabemos que Gaspart lee a García Márquez; lo mismo se temió lo peor tras acabar “El coronel no tiene quien le escriba”.

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