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Juan Manuel Rodríguez

Di Stéfano se cuela por una rendija

Borocotó escribía en "El Gráfico" (septiembre de 1954) lo siguiente: "Alfredo di Stéfano picaba con compresor. Y se venía viboreando, eléctrico, estremeciendo al estadio. Se filtraba por cualquier rendija y, si no la había, la creaba". Eso es lo que, casi cincuenta años después, ha hecho ahora el presidente honorífico del Real Madrid, colarse por la rendija de la autocensura impuesta por Florentino Pérez; un voto de silencio que encorseta al futbolista más completo de la historia del fútbol, acostumbrado a ser el niño en el bautizo y el novio en la boda, a subir, bajar, atacar y defender, a lanzar el córner y rematarlo. Una clausura verbal que hizo añicos este viernes llamando pan a su pan, y vino a ese "Diamante" fresquito que se toma durante las comidas. El mito ha llamado cobarde a Steve Mc Manaman y exige una revolución en la plantilla. ¿Quién le pone ahora el cascabel a este gato del barrio de la Boca?

Si F.P. pensaba que el cargo de presidente de honor suponía el embalsamamiento perfecto para Di es que no sabe de la misa la media. En Antena 3 se desbocó tras la eliminación madridista de la Champions y en las 48 horas posteriores nadie se ha atrevido a replicarle. El viernes hablé con Valdano en "El Tirachinas" y su lacónica respuesta fue la siguiente: "Di Stéfano está por encima del bien y el mal". El sábado han seguido la misma tónica Fernando Hierro y Vicente del Bosque, aunque quien lo tiene más difícil es el entrenador porque debe convivir con los jugadores.

"Macca" ha recibido sin previo aviso el gaznatón más duro de su carrera profesional, y lo malo para el inglés es que nadie en el Real Madrid será tan tonto como para llevarle la contraria a "la saeta", el auténtico y genuino museo andante que no quiere una tarjeta de visita en la que ponga: "Alfredo Estéfano di Stéfano. Cero a la izquierda". El repasito (con el que uno puede estar o no de acuerdo) sí supone una bocanada de aire fresco en un club que cada vez se asemeja más al Pentágono. Alfredo di Stéfano es el único capaz de saltarse a la torera los cordones de seguridad, el protocolo de F.P. Sólo queda él para romperte la cintura en el transcurso de una entrevista, a mil kilómetros de ese lenguaje críptico, superprofesional y acartonado impuesto en el "reino merengue del arroz hervido" y las torres gemelas.

La prensa deportiva libertaria se agarra al genio como única tabla de salvación porque el resto no habla, no respira y sólo distribuye información -eufemismo del mundano "filtrar" de toda la vida- de una forma absolutamente científica (en función del E.G.M.) Gracias don Alfredo por ser humano (aunque al pobre Steve le haya hecho la puñeta). Gracias por romperles la cinturita de avispa.

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